sábado, 5 de diciembre de 2009

"¡BMW tenías que ser!"



O Audi, o Volkswagen, o Mercedes, da igual. Pero BMW es lo más típico. También incluyo en esta exclamación a los todo-terreno con ruedas como balones de playa y motores derrochadores.

El caso es que vengo constatando desde hace mucho tiempo que la mayoría de propietarios de un automóvil de esa marca son agresivos, prepotentes, maleducados y peligrosos. Hombres o mujeres.

Como si disponer "por fin" (o algo así) de un cacharro de esa marca les hiciera entrar en una especie de "club exclusivo" donde disfrutarían de unos privilegios que, al final, no son tales: guardan cola en atascos, sufren pinchazos y averías, y tienen que pasar la ITV como todo hijo de vecino. Con impuesto de lujo incluido, mantenimiento "exclusivo" (en precio), y demás gastos que conlleva. Y creo que eso les frustra. Y al final, eso se traduce en colarse sin pudor ni la más mínima cortesía, poniéndose en peligro a sí mismos y a los demás.

No es envidia. Para mí un automóvil sólo es una herramienta que me da la autonomía que necesito para sobrevivir en esta sociedad. Pero no estoy dispuesto a pasar por el aro de considerarlo mi "segunda casa", como parecen intentar pregonar en sus griteríos publicitarios. Y de entramparme hasta las cejas para ostentar esa marca, por muy cómodo, prestigioso, de diseño, potente, equipado, etc., que sea un automóvil suyo.

Me basta y me sobra con mi "Malena", una Renault Kangoo de segunda mano, con sólo aire acondicionado como "extra". Ni elevalunas eléctricos, ni cierre centralizado, ni mando a distancia, ni focos halógenos, ni calefacción hasta en la caseta del perro. Sólo útil.

2 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo contigo: un coche es un medio de transporte y ha de sernos útil. Quizás de ahí el nombre de utilitario.
    Supongo que si yo pudiese permitírmelo, también tendría un coche de lujo, o de alta gama; ostentoso, lujoso, seguro. Y espero que eso no fuese lo único que hablase sobre mi persona.
    Porque la mayoría de esos conductores prepotentes, que se creen amos de la carretera por tener vehículos más potetes, más lujosos y más caros, deben pensarse que la clase está en eso, en tener un cochazo.
    Que no se equivoquen: la clase de una persona se mide en otras cuestiones, como es la educación, incluso la vial.
    Yo espero que mi Astra que tiene ya unos buenos añitos me siga durando, que no me falle, que no me deje tirada como me dejaba mi antiguo R11 de segunda mano. Quizás debería tratarlo con más cariño y llegar ponerle un nombre, como has hecho tú Arturo.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Belkis: aunque pudiera permitírmelo, tendría una lista de prioridades a cumplir antes que adquirir un coche de lujo. Creo, incluso, que ésa sería la última, por debajo de comprarme un gato o un perro.

    En fin... Sólo deseo que este escrito llegue a la mayor cantidad de gente posible para que recapaciten, pero me temo que en cuanto se sienten al volante, esa lucidez pasa a segundo plano (si es que la han tenido).

    Un beso.

    ResponderEliminar