viernes, 21 de febrero de 2014

Carmín y cera (4)

(episodio anterior)

Estrella se había quitado la larga bata blanca y las sandalias de satén, y vestía un chándal informal y cómodo, y zapatillas pantuflas. Incluso se había quitado el maquillaje y soltado el pelo.

-Quítate la cera y vístete… Tienes un trocito en el omóplato derecho, ven aquí, que te lo quito… Bien… Ya no tienes más. Termina de vestirte. Ahora siéntate, por favor.

-Se… Señora, yo…

-Estrella. Ya no soy tu Señora. Ahora simplemente Estrella, ¿vale?

-Pero… pero…

-Arturo, voy a ser franca contigo: ser sumiso no es lo tuyo. No quiere decir que no seas un buen amante, ni un buen hombre, ni una buena pareja. Todo lo contrario, por lo que he visto en ti… Arturo, mírame… Mírame. Tu capacidad de entrega es grande, eres sensible, atento, tienes imaginación y fantasía, y estás… físicamente dotado. De hecho has cumplido, has superado con creces todas y cada una de las pruebas a las que te he sometido… pero esto no es lo tuyo. No, no es lo tuyo… Mírame. Te lo voy a explicar de otro modo. Tienes amigos gays, ¿verdad…? y uno de tus mejores amigos lo es, según me dijiste. Bien, pues piensa en esto: te ríes con él, salís de copas, vais al cine, de vez en cuando vas a su casa o él a la tuya a ver partidos y prestaros vídeos y libros… Hasta aquí bien. Pero… ¿te puedes imaginar, siquiera por un instante, acostarte con él? No, ¿verdad? Ni se te pasa por la cabeza, te provoca rechazo la idea. Pues bien, esto es lo mismo, sólo que en otro ámbito. Verás, ser sumiso es más que una fantasía temporal, o una necesidad ficticia surgida de la necesidad de cariño y compañía a toda costa, que veo que es tu caso, o una opción a probar en solitario o con más gente para satisfacer una curiosidad. Dijiste que has leído mucho por internet, así que lo que te estoy diciendo te debe sonar de algo. Las Amas que somos cien por cien dominantes lo decimos sin tapujos y con la verdad por delante, de cara a la vida en pareja. Y yo prefiero ser sincera contigo antes que aprovecharme de ti. Podría fingir y divertirme a tu costa, pero, te repito y te lo diré cuantas veces haga falta, eres un buen hombre, aún con tus limitaciones y tus defectos, y no te mereces eso. No te lo mereces, ¿vale…? Mírame. No te mereces eso en absoluto. Oh… ven, ven aquí, ven a mis brazos… Siento mucho haberte dado pie, pero… ahora ya sabes por ti mismo que no eres un sumiso, y que no vale la pena que gastes energía, tiempo o ilusión en buscarte una pareja Ama… Tranquilo, Arturo, tranquilo… Ahora te duele, pero dentro de un tiempo, cuando todo esto pase y mires atrás, reconocerás que yo tenía razón. Al respecto, debo decirte también que puedes seguir intentándolo, por supuesto, puedes seguir llevando el trisquel a la vista, no soy quién para decirte que no, quizá tengas suerte y encuentres a alguien que acepte ser tu Ama en los términos que tú necesitas… Pero en mí, no. Y me atrevo a añadir que tampoco en cualquier Ama honesta. Si alguna te toma a su servicio, ten mucho cuidado con lo que te pedirá… Mejor búscate una compañera que sea tu igual, que compartís gustos y aficiones, y que estéis ambos a la par en cuanto a iniciativas en el cariño y en el sexo, ¿de acuerdo, Arturo…? Vamos, tranquilo, tranquilo, alguna habrá que aprecie lo que tienes para ofrecer, que es mucho, así que no te preocupes por eso. Lo importante es que sigas intentándolo y no desistas, pese a que falles. Y debo decirte que las Amas también nos equivocamos, también cometemos errores… Cuando nos presentamos, te vi un poco perdido, y pensé en darte una oportunidad. Pero en nuestro siguiente encuentro, cuando hablamos de nosotros mismos, nuestros gustos, defectos, aficiones, pasados, familias, trabajos… algo me decía que estaba cometiendo un error, pero aún así insistí en darte la oportunidad, podía estar equivocada y… bueno, resulta que al final no lo estaba… ¿Mejor ahora? ¿sí? Anda, toma, bebe un poco de agua… Debo decir, no obstante, que en la tercera cita, cuando hablamos de temas femdom, de nuestros límites, de lo que nos gustaba y lo que no nos gustaba, esa impresión se diluyó bastante, porque a pesar del morbo, te comportaste siempre de la manera correcta, manteniendo la compostura, mirándome a los ojos, tratándome de usted, respetando mi iniciativa en la conversación, incluso bromeando con sutilidad… De ahí a esta cita, quedar en mi casa, y constatar que realmente mi primera impresión era la correcta… En fin, no estoy orgullosa. No estoy nada orgullosa. Hoy es un mal día para mí. Siento mucho haberte puesto en esta situación… ¿qué, que has dicho…?

-Que qué vamos a hacer ahora…

-Bueno… ¿qué te parece si vamos al cine…? Invito yo… Y después, ya veremos.

 

triskel

No hay comentarios:

Publicar un comentario