viernes, 17 de marzo de 2017

Puntos de vista, enfoques, planos y esas cosas del cine.

Hace poco, vi unas películas de horror mundano de ésas que la gente suele rehuir pese a estar muchas de ellas premiadas en diferentes festivales de cine de más o menos prestigio ("Meggan is missing" y "Grotesque", entre otras que no pude ver porque no están disponibles en castellano).

Normalmente no veo esas películas. Soy muy sensible a este tipo de cosas, como creo que ya sabréis al ver mis blogs, que casi "vivo" cualquier historia, me persono en ellas aunque sea de modo pasivo, tratando de ser lo más escueto posible y a la vez transmitir las sensaciones de cada atmósfera; entre esto y que alguna de mis historias son de ambientes opresivos, dominios físicos, abusos y demás argumentos insanos y violentos, ya tengo bastante. Así que no tengo interés en meterme en truculencias narrativas ajenas.

Es más, me atrevo a decir, con toda modestia aunque suene falsa, que una vez vistas dichas películas, las historias que cuentan cojean y se quedan flacas ante las que pergueño yo en mi loca cabecita.

Aún así, la "publicidad previa" que da la polémica me predisponen a sufrir un efecto que al final no lo es tanto.

Recuerdo por ejemplo la polémica que se desató tras "La última tentación de Cristo", de Scorsesse. Un día la programaron en televisión, y manifesté en mi familia mi interés por verla. Mi madre, ultracatólica, me lo prohibió. No tuve más remedio que plegarme a sus deseos, y lo asumí sin cuestionarlo, como tantas y tantas cosas más que eran parte de mi educación. Pensé que era una película terrible, con torturas, sangre, vísceras, violaciones, etc. (irónicamente gran parte de eso vendría casi dos décadas después, con "La pasión", que no tuvo apenas ni la centésima parte de polémica que desató la anterior, pero... cosas veredes). Pero unos años más tarde, una noche en que no pude dormir, me levanté y puse la televisión. Dí un repaso a los canales y me quedé en una película que no sabía cómo se llamaba, pero que la ponían con subtítulos. Teniendo en cuenta que era cine de madrugada, que no podía poner volumen para no molestar, que podía "entrar" en la historia que contaban (por un lado, la poca consideración que había entonces para las personas con sordera parcial, y por el otro, la nula comprensión que mi numerosa familia siempre me ha dispensado hacia mi defecto sensorial, provocaban que mi voracidad hacia películas que pudiera entender fuera enorme) y que necesitaba distraerme, la ví hasta que terminó. No la identifiqué, ya que la había pillado empezada. Pero fue únicamente en el último tercio de la película cuando empecé a sospechar cuál era. Y cuando terminó, apagué la televisión y me fui a la cama, mientras pensaba "¿Y de esto es de lo que protestaban entonces? ¿esto es lo que mi madre me prohibió ver...? Pues vaya gigantesca mi@#da", esta última frase en el sentido de que esperaba cumplir esa "publicidad previa", no por la calidad de la película en sí, que no soy quién para distinguirla ni apreciarla.

Aún así mi rechazo a este tipo de películas sigue vigente. Reflejo adquirido, condicionante o como se llame.

Pero hace unos cuantos meses recibí un duro revés anímico que me hizo saltar por encima de esas objeciones y lanzarme al ruedo. Enfrentarme a lo que sea que transmitan esas películas, asumir lo que quiera que presenciara, incluso repitiendo a voluntad aquellos pasajes que no entendiera lo que decían, por el ruido de fondo, por la velocidad de pase de subtítulos en conversaciones rápidas, porque me han llamado por teléfono u otras distracciones.

Y bueno, siento si sueno engreído, pero me quedo en un "ni fú, ni fa". "Meggan is missing" en mi opinión no tiene nada que hacer frente a "La Victoreida". "Sodoma y Gomorra" es un juego de niños si se compara con "Pesadilla de Femdom Extremo". "Irreversible" ídem de ídem frente a "Clasdal el hombre dragón e Irune la dura doncella". Y si quisiera, cualquier película de éstas sería una payasada contra "La reina de los cuervos", si por aquél entonces hubiera... um... decidido seguir el guión original, que ahora tengo olvidado, pero se me quedó grabada la impresión de la censura que tuve que aplicar para convertirla en una historia amable.

Sí, la diferencia fundamental entre las citadas películas y mis historias es que las primeras son de horror mundano y las segundas tienen un alto componente fantástico. Para un lector-espectador ajeno a mí, las primeras tendrían más peso, ya que se trata de horror realista, cotidiano, que puede encontrarse en cualquier parte o saltar en cualquier momento en la prensa o con un vecino, sin ninguna alteración imaginativa que permita tomar distancia mental.

Pero para mí, contar historias de horror mundano está fuera de mis objetivos. ¿Porqué contar que un tarado se comía a sus víctimas, si de eso ya hay libros, películas y series que lo narran mejor de lo que podría hacerlo yo? ¿porqué contar que un mandatario, o un pueblo, somete a una etnia a genocidio? ¿un padre de familia que aprisiona a sus hijas, las viola y tiene hijas-nietas? ¿un productor de cine de películas snuff?

Y aquí enlazo con el título de la entrada: puntos de vista de la cámara de grabación. Casi todas las películas que he visto hasta ahora tienen en común unos planos y unos efectos añadidos que cuesta tomar distancia para verlo desde fuera. Atmósferas agobiantes y oscuras, picados y contrapicados de cámara, cambios de planos repentinos y mareantes, movimientos con efectos especiales borrosos y trepidantes...

Supongo que contra eso, un escritor como yo sólo puede usar las palabras adecuadas para recrear ese tipo de atmósferas, intentando no abusar ni alargar, simplemente dando unas pinceladas lo más gruesas y certeras posibles, pero para ello hace falta una maestría que no dispongo, y que me esfuerzo en tener.

También resaltar que, en algunas películas, como "Irreversible" o "A serbian film", hay escenas de una ternura intensa y explícita. Gracias a su condición de cine "non grato", no hay censuras en cuanto a incluir escenas íntimas de matrimonio que transmiten belleza, complicidad, cariño, madurez y comprensión.