domingo, 20 de septiembre de 2015

Warren Ellis.

Contexto: En un futuro de ciencia-ficción, el viaje interplanetario es un hecho (dentro de los límites del Sistema Solar). Explorando en las lunas de Júpiter, territorio virgen, descubren en una de ellas, Europa, innumerables sarcófagos submarinos en estructura de colmena en el seno de su único océano, conteniendo en hibernación milenaria seres parecidos a los humanos. Acceden a sus bases de datos e intentan descifrar su lengua.

“-…Es demasiado fácil.

-Llevas con esto desde anoche. Si fuera fácil ya no tendría que oír cómo te quejas. ¿Qué problema hay?

-Las lenguas humanas derivan de doce sonidos raíz. Esos sonidos dependen de la estructura de la laringe y de las condiciones atmosféricas.

-¿Y?

-La grabación de voz que encontró Anna tenía esos sonidos raíz. Y el ordenador los relaciona con elementos de los caracteres lingüísticos del texto.

-Y por tanto te quejas de que es demasiado fácil. ¿Qué quieres?

-Accedemos a las palabras de una raza imposiblemente antigua, esencialmente alienígena. Debería ser más difícil.

-Venga, John. Misma laringe. Misma estructura pulmonar. Diez dedos, cosa que lleva naturalmente a unas matemáticas de base diez. Somos parecidos… Vale, es raro… pero aquí todo es muy raro. ¿Qué te preocupa?

-¿Quieres saber qué me preocupa? Se puede averiguar mucho de una cultura a través de su lengua.

-Sí.

-Bueno, si fuéramos alienígenas ante un texto inuit, veríamos que tienen cincuenta palabras distintas para decir nieve. ¿Qué deducimos de eso?

-Que en su tierra nieva una barbaridad. Ya lo entiendo.

-Pues entiende esto: de momento, tengo ciento sesenta y tres palabras distintas para decir asesinato.”

“Ocean”. Warren Ellis, guión. Chris Sprouse, dibujo.


001


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Contexto: Un universo con su abundante e indefinido plantel de superhéroes, tanto villanos como benignos, algunos ocultos y solitarios, otros en grupos privados, otros en grupos paraestatales, etc. Uno de esos grupos está de asueto en un bar, el “Clark’s Bar”. Un componente del grupo, Toshiro, es un gigante gaseoso contenido dentro de una enorme armadura; otro, Nigel, es un ente también gaseoso delimitado por un campo de fuerza que le da apariencia humana (cabeza, cara, ojos, brazos, piernas, etc.), pero todo él de color verde fosforito; dos mujeres con diferentes dones y habilidades, y otro hombre que puede pasar por normal sin ningún tipo de rasgo llamativo.

“-…Debe de ser muy duro para ti, Toshiro, hijo.

-¿Qué quieres decir, Nigel?

-Bueno, tú eres un post-humano gaseoso como yo. Pero yo tengo este campo de fuerza sujetándome. Y esa red electrónica interna que me hace de sistema nervioso. Pero tú eres una bolsa de gas y extraños efectos gravitacionales encerrados en una caja de metal para que no exploten… Si no te importa que lo diga, tiene que ser difícil divertirse así.

-En absoluto. Tengo un secreto. (Pausa) Tengo un orgasmo cada cinco minutos. (Pausa) Por favor, no se lo digáis a mi padre.

(Todos miran asombrados a Toshiro. Una de las mujeres le apunta con el dedo).

-Vamos, hombre. No puedes soltar eso en una conversación sin explicarte…

-Mi forma gaseosa es extremadamente sensible a las vibraciones, incluso dentro del traje de contención. La simple vibración de las personas caminando envía resonancias a mi cuerpo que hacen que masas de plasma caliente colisionen. Cada pocos minutos hay una reacción en cadena y… (Pausa)…  Allí voy otra vez. Perdonad.

-Quiero ser una entidad humana gaseosa.

-Se me acaba de ocurrir algo: si uno de los malos brinca arriba y abajo sin parar, Toshiro se quedaría completamente bloqueado en cuestión de minutos…”

“StormWatch: Cambiar o morir”. Warren Ellis, guión. Oscar Jiménez, Michael Rayan y Bryan Hitch, dibujo.

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Contexto: En un presente más o menos tormentoso, la ciudad de Los Ángeles es convertida en una prisión donde van a parar agentes de diferentes organizaciones secretas deshechos por experimentos que han salido mal. La ciudad en sí es habitable, con sus más y sus menos. Dichos agentes se relacionan entre sí en su devenir diario, portando cada uno sus rarezas como buenamente puede. Uno de ellos encarga a otro, el protagonista, una misión de detective. Como éste apenas soporta la luz del sol, entre otros inconvenientes, precisa de transporte con chófer.

“-… ¿Necesitas que te lleve antes de volver a mi estudio?

-Tengo que ver a Emily Crowe.

-Cielos, Jones.

-Tú no tienes porqué entrar. Volveré en taxi.

-Ya lo creo. Esa chica me pone los pelos de punta. Sube.

-Es lo que se supone que debe hacer. ¿No conoces su historia? Es ex agencia, como tú y Jeronimus. Y como Jeronimus, sufrió alteraciones quirúrgicas. Debería haber sido la seductora definitiva. Sobreproducción de feromonas sexuales. No funcionó. Lo que produce es algo que activa la reacción arácnida. Es miedo, y repulsión, y la confusión de estar cerca de algo extraño. En resumen, te pone los pelos de punta.

-A ti también debería pasarte, ¿no?

-No. Soy el único tipo de L. A. que puede estar en la misma habitación que ella.

-¿Por qué?

-Porque ya nada me pone los pelos de punta.

-Uno de estos días tendrás que explicarme qué era ese ‘Test desolation’”

Y es una de las escenas más potables de esta densa obra.

“Desolation Jones”. Warren Ellis, guión. J. H. Williams III. dibujo.


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Y así podría seguir, y seguir, y seguir por su prolífica obra. Diálogos que son casi una fuerza de la naturaleza, como muestran los tres ejemplos previos. Argumentos en su mayoría absurdos, pero tratados con mucha maestría para sacarles el jugo. Sin límites en mezclas de conceptos, muchos de ellos forzados y estrujados para formar nuevos conceptos en los que situar sus historias. Reflexiones demoledoras y certeras, capaces algunas de ellas de dejarme como un flan…

Es el único autor que me provocaba adicción cuando estaba cierto tiempo sin leer nada nuevo suyo. Su estilo, las perspectivas acerca de qué podía salir que me impactara, sus metáforas…

2015-09-20 19.28.26

Paradójicamente, su obra más famosa (relativamente), “Transmetropolitan”, no me llamó mucho la atención. Adquirí el número 1, sí, pero… nah, en aquellos días tenía otras colecciones más interesantes en la tienda…

Puede que en el futuro, si me da por ahí, destaque otra obra de éstas y os la presente para que os pique la curiosidad como a mí en su día.

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