Molesta ausencia de clavos
para asir en la pared
aquel mi hermoso cuadro
de paisaje en mi otra piel.
Pica al toro por su lidia
su sangre escupe en torrentes;
sangre que el pródigo envidia
con preces maledicentes.
Piedras y obras de castillo
como a Dios su catedral;
todo amontonado y listo
mas ¿dónde se construirá?
Alienaos, mis neuronas,
alienaos en camino;
pues, para guiar la aurora,
mi sol ha recién nacido.
Diamantes que flotan crudos
en crepúsculos sin olas;
lágrimas, o sangre incluso,
derramo si me los roban.
En mi recóndito estanque
también se baña mi Leda;
cisne apresado en la margen…
cisne sin pluma ni aletas.
Domina el sol por el día,
devora todo lucero;
de noche, allá porfían
en zodíaco y sin celos.
Color verde visto en rojo,
color verde, ¿dónde estás?
Letra escrita que yo escojo,
letra escrita... que se va.
Vete de aquí, Galatea,
vampiro de mis mentiras.
Si esculpiéndote siguiera
al final, me vaciarías.
Por cada esquirla que arranco
veinte más se desperdician.
Modestia me manda abajo,
pero abajo está Avaricia.
Tras un viril espejismo,
me perdí en este desierto;
su arena ahora es mi abismo,
y el sol azul, mi universo.
Zeus y Ares también escuchan,
y me anuncian sus heraldos:
si sigues solo en tu lucha,
vendrá Apolo en tu respaldo.
Confieso a todos que robo
hierro y pimienta del tiempo
para echar al rojo adobo
ociosos trozos de cierzo.
Todos los demás maldicen
cuando arquean sus flaquezas,
las mismas que a mí me impiden
cazar y bajar la testa.
Cadáver de lápiz roto
entre baldosas y asfaltos
suspira tu último voto
de esbozar un sueño en blanco.
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No te culpes más, idiota,
piso y pateo yo en mí,
que por lo que a mí me toca,
también estoy solo aquí.