viernes, 14 de abril de 2017
"Estudio Loretta"
Me llamó la atención y me conquistó la naturalidad con que hacen que la protagonista central se mueva en círculos de poder y decisión al más alto nivel, y sin embargo ella no le da apenas importancia. No se lo tiene creído, no alardea salvo cuando se enfrenta a elementos desafiantes, acepta críticas y sugerencias de sus subalternos y familiares en contra del supuesto prestigio que conlleva el cargo, etc. En fin, ingredientes todos como para que acabe brillando sensualmente ante mis escépticos ojos.
Y en esta línea (¡cómo no!) dilucidé sobre una ficticia serie de tv que tratara sobre una prostituta de alto nivel. Tendría el mismo tratamiento guionístico que "Señora secretaria", a saber: cuidado en los detalles, argumentos sólidos y realistas, contenido educativo, diversión, humor, drama, tratamiento cuidadoso del morbo para volverlo contra sí mismo y que el interés que suscitara se tornara poco a poco genuino; entrarían todos los problemas inherentes al mundo de la prostitución, desde el más bajo nivel al más alto, prestigio, familia, amigos, conocidos, compañeras, chantajistas, política, control de separación entre ámbitos, etc.
Y antes de que las feministas que lean esto se ofendan, aquí y aquí enlazo mi justificación, que no voy a repetirme, pero que todavía mantengo punto por punto sin variar una coma.
La idea no es nueva, ojo: existe una página web porno ("Tonight's girlfriend") cuyas películas versan sobre algo parecido: una habitación de hotel en Las Vegas, un hombre esperando dentro, llaman a la puerta, acude a abrir, y entra en escena la actriz porno que hace de escort. Tienen una conversación larga para ser una película porno, de la que no tengo ni la más mínima idea de qué va, pero que me gustaría mucho saberlo, tengo mucha curiosidad, pero claro, al ser películas porno no ha lugar a doblajes ni a subtítulos. Imagino que hablarán de preferencias del cliente o algo así. Después la actriz se retira al baño, donde le aguarda un sobre con dinero (de 1500 a 2000 $, lo cual da una idea del "nivel"), se desnuda, se viste de lencería, se retoca el maquillaje, sale y ambos entran ya en faena. La acción no dura más de una hora, y termina cuando la mujer se despide y sale de la habitación. Hasta donde yo he visto, incluyen pequeñas variantes: el cliente solicita a dos mujeres, o bien una pareja solicita a la profesional, incluso en alguna ocasión creo haber visto que es el hombre quien hace de profesional y la mujer de cliente. Las actrices actúan con bastante naturalidad, a muchas se las notan cómodas y nada forzadas, quizá por experiencia propia, o por el ambiente relajado que tienen en el estudio, con decorado e iluminación discretos... Por supuesto, esta última es una impresión personal rebatible.
Lógicamente veo natural que las escenas explícitas se censuren en la serie de tv. Pero tampoco se trataría de cortarlas porque sí, teniendo en cuenta de qué va. Se prolongarían hasta donde fuera necesario siempre y cuando lo exija el guión.
Incluso he montado el texto de la hipotética página web destinada a contener los enlaces de dicha serie.
Título: Estudio Loretta.
Sinopsis:
Isabel Cuerda es la bella dueña y gerente de una solvente empresa de distribución de cosméticos. Casada y con tres hijos, su vida transcurre entre constantes viajes por trabajo y por familia, además de disfrutar de un amplio círculo de amigos habituales. Un día recibe una inquietante carta en la que se le comunica una deuda de una gran cantidad de dinero, y así descubre que su marido la ha estado engañando, montando operaciones financieras a sus espaldas que han salido mal, resultando en una amenaza de embargo y deshaucio inminentes. Logra sobrellevar la liquidación de su empresa y saldar las deudas lo más discretamente posible con no pocos esfuerzos e hilando muy fino. Pero aún queda lo más difícil, sobrevivir evitando la vegüenza de que sus hijos no sufran por el drástico cambio de nivel de vida, así que decide ejercer la prostitución. Adopta diferentes pseudónimos, funda la firma "Estudio Loretta", de la cual ella es de momento la única componente, y con sus cualidades (formación, maneras y atractivo físico), determina un caché muy alto, y empieza a trabajar.
Capítulo 1: "La verdad oculta"
La vida de Isabel no podía ser mejor: mucha luz, juegos y risas infantiles y juveniles de sus tres hijos (un adolescente y dos mellizos pequeños), viajes habituales al extranjero y al pueblo de sus padres situado en medio de las montañas, trabajo que desempeña a las mil maravillas y que le aporta un nivel de vida alto, grupo de amigos y amigas con complicidades varias, buen marido cumplidor... hasta que recoge en el buzón una notificación de deshaucio. Al pedir explcaciones a su marido, éste le revela la verdad. Hundida moralmente, se sobrepone y lleva a cabo la venta de todos sus activos en secreto, a la vez que contempla alternativas, decidiéndose por ejercer de escort de alto nivel.
Capítulo 2: "Primer cliente"
A través de internet y controlando férreamente el anonimato, Isabel se pone en contacto con algunas profesionales. Llevada por sus prejuicios e ignorancia, y pese a su disposición, comete errores que le hacen ver qué terreno pisa. Al final da con una veterana prostituta, Carla, y solicitando sus servicios y abonando sus tarifas, le pide lo que realmente necesita. Invierte en ella gran parte de sus ahorros por tanta formación como le sea posible percibir. Carla, además de dispensarle todo su saber e instruirla lo más adecuadamente posible, echa mano de su pequeña y selecta cartera de clientes y le presta los dos más adecuados con los que empezar y ponerse en marcha. Cuando uno de ellos solicita los servicios de Carla, ésta aduce un malestar momentáneo y delega en Isabel.
Capítulo 3: "El virgen"
Isabel sigue su instrucción a manos de Carla. Un jovencito acude a ellas para dejar atrás su virginidad, pagando con ahorros acumulados en secreto a espaldas de sus padres. Isabel le atiende, y empieza a reafirmar su propio estilo. Mientras tanto, va perfilando los detalles de su futuro negocio: portal en internet, publicidad en círculos determinados, adopción de unos pocos y estudiados pseudónimos para intentar controlar al instante el origen de dicha publicidad y por tanto las posibles preferencias del futuro cliente, inauguración de un céntrico piso, estatutos y ritos de obligado autocumplimiento, etc.
Capítulo 4: "El veterano"
Un consumidor habitual de esos servicios solicita los de Isabel. Ésta, tras atenderle, descubre que es un "calificador virtual" que amenaza con degradarla en determinados foros si no atiende sus demandas. Isabel se niega a ceder al chantaje. Entre Carla y ella, lo desenmascaran y le ponen en evidencia.
Capítulo 5: "Logística"
Isabel, entre errores y con los cinco sentidos atentos ante cualquier oportunidad, comienza a seleccionar clientes solventes de entre los que va atendiendo. A la vez intenta buscar un trabajo que le permita llevar el nivel de vida de antes de la crisis, atiende a su familia, y llevada por los consejos de Carla, cuida su físico yendo a un gimnasio y descansando y durmiendo todo lo que pueda.
Y así con todos los demás capítulos de la serie. Desde luego, ideas no faltarán: he omitido al marido, pero puede jugar un papel destacado, o no, dependiendo de si vale la pena a largo plazo sin poner en peligro la integridad y credibilidad argumental. Tampoco he incluido el que algún conocido o conocida requiera sus servicios, pase los filtros y descubra la doble vida de la protagonista. También se podría admitir la dimensión política y social del problema, haciendo que Isabel caiga en una redada, o que sea usada para chantajear a una figura política electa, o cualquier otra causa pública.
viernes, 17 de marzo de 2017
Puntos de vista, enfoques, planos y esas cosas del cine.
Normalmente no veo esas películas. Soy muy sensible a este tipo de cosas, como creo que ya sabréis al ver mis blogs, que casi "vivo" cualquier historia, me persono en ellas aunque sea de modo pasivo, tratando de ser lo más escueto posible y a la vez transmitir las sensaciones de cada atmósfera; entre esto y que alguna de mis historias son de ambientes opresivos, dominios físicos, abusos y demás argumentos insanos y violentos, ya tengo bastante. Así que no tengo interés en meterme en truculencias narrativas ajenas.
Es más, me atrevo a decir, con toda modestia aunque suene falsa, que una vez vistas dichas películas, las historias que cuentan cojean y se quedan flacas ante las que pergueño yo en mi loca cabecita.
Aún así, la "publicidad previa" que da la polémica me predisponen a sufrir un efecto que al final no lo es tanto.
Recuerdo por ejemplo la polémica que se desató tras "La última tentación de Cristo", de Scorsesse. Un día la programaron en televisión, y manifesté en mi familia mi interés por verla. Mi madre, ultracatólica, me lo prohibió. No tuve más remedio que plegarme a sus deseos, y lo asumí sin cuestionarlo, como tantas y tantas cosas más que eran parte de mi educación. Pensé que era una película terrible, con torturas, sangre, vísceras, violaciones, etc. (irónicamente gran parte de eso vendría casi dos décadas después, con "La pasión", que no tuvo apenas ni la centésima parte de polémica que desató la anterior, pero... cosas veredes). Pero unos años más tarde, una noche en que no pude dormir, me levanté y puse la televisión. Dí un repaso a los canales y me quedé en una película que no sabía cómo se llamaba, pero que la ponían con subtítulos. Teniendo en cuenta que era cine de madrugada, que no podía poner volumen para no molestar, que podía "entrar" en la historia que contaban (por un lado, la poca consideración que había entonces para las personas con sordera parcial, y por el otro, la nula comprensión que mi numerosa familia siempre me ha dispensado hacia mi defecto sensorial, provocaban que mi voracidad hacia películas que pudiera entender fuera enorme) y que necesitaba distraerme, la ví hasta que terminó. No la identifiqué, ya que la había pillado empezada. Pero fue únicamente en el último tercio de la película cuando empecé a sospechar cuál era. Y cuando terminó, apagué la televisión y me fui a la cama, mientras pensaba "¿Y de esto es de lo que protestaban entonces? ¿esto es lo que mi madre me prohibió ver...? Pues vaya gigantesca mi@#da", esta última frase en el sentido de que esperaba cumplir esa "publicidad previa", no por la calidad de la película en sí, que no soy quién para distinguirla ni apreciarla.
Aún así mi rechazo a este tipo de películas sigue vigente. Reflejo adquirido, condicionante o como se llame.
Pero hace unos cuantos meses recibí un duro revés anímico que me hizo saltar por encima de esas objeciones y lanzarme al ruedo. Enfrentarme a lo que sea que transmitan esas películas, asumir lo que quiera que presenciara, incluso repitiendo a voluntad aquellos pasajes que no entendiera lo que decían, por el ruido de fondo, por la velocidad de pase de subtítulos en conversaciones rápidas, porque me han llamado por teléfono u otras distracciones.
Y bueno, siento si sueno engreído, pero me quedo en un "ni fú, ni fa". "Meggan is missing" en mi opinión no tiene nada que hacer frente a "La Victoreida". "Sodoma y Gomorra" es un juego de niños si se compara con "Eroomnala y su coto de caza". "Irreversible" ídem de ídem frente a "Clasdal el hombre dragón e Irune la dura doncella". Y si quisiera, cualquier película de éstas sería una payasada contra "La reina de los cuervos", si por aquél entonces hubiera... um... decidido seguir el guión original, que ahora tengo olvidado, pero se me quedó grabada la impresión de la censura que tuve que aplicar para convertirla en una historia amable.
Sí, la diferencia fundamental entre las citadas películas y mis historias es que las primeras son de horror mundano y las segundas tienen un alto componente fantástico. Para un lector-espectador ajeno a mí, las primeras tendrían más peso, ya que se trata de horror realista, cotidiano, que puede encontrarse en cualquier parte o saltar en cualquier momento en la prensa o con un vecino, sin ninguna alteración imaginativa que permita tomar distancia mental.
Pero para mí, contar historias de horror mundano está fuera de mis objetivos. ¿Porqué contar que un tarado se comía a sus víctimas, si de eso ya hay libros, películas y series que lo narran mejor de lo que podría hacerlo yo? ¿porqué contar que un mandatario, o un pueblo, somete a una etnia a genocidio? ¿un padre de familia que aprisiona a sus hijas, las viola y tiene hijas-nietas? ¿un productor de cine de películas snuff?
Y aquí enlazo con el título de la entrada: puntos de vista de la cámara de grabación. Casi todas las películas que he visto hasta ahora tienen en común unos planos y unos efectos añadidos que cuesta tomar distancia para verlo desde fuera. Atmósferas agobiantes y oscuras, picados y contrapicados de cámara, cambios de planos repentinos y mareantes, movimientos con efectos especiales borrosos y trepidantes...
Supongo que contra eso, un escritor como yo sólo puede usar las palabras adecuadas para recrear ese tipo de atmósferas, intentando no abusar ni alargar, simplemente dando unas pinceladas lo más gruesas y certeras posibles, pero para ello hace falta una maestría que no dispongo, y que me esfuerzo en tener.
También resaltar que, en algunas películas, como "Irreversible" o "A serbian film", hay escenas de una ternura intensa y explícita. Gracias a su condición de cine "non grato", no hay censuras en cuanto a incluir escenas íntimas de matrimonio que transmiten belleza, complicidad, cariño, madurez y comprensión.
martes, 28 de febrero de 2017
martes, 23 de agosto de 2016
Siempre serán los otros.
Y porqué no se suicidaban cuando éstos no se cumplían por mucho que lo intentaran.
Quizá sí lo hacían, y de forma habitual. Probablemente fuera un fenómeno de masas. Pero la ceguera social que siempre acompaña a los tabúes impediría que llevaran registros, o se tergiversara su lectura estadística, por ejemplo accidentes o enfermedades derivadas de dichas tareas que se los llevaban a puñados, o se comentara entre círculos sociales, principalmente tabernas, aunque fuera de pasada, porque todos presentían a dónde llevaría aquello, de profundizar demasiado, aunque fuera bajo los efectos del alcohol trasegado diariamente en grandes cantidades. Los del mismo estrato social, por sentir que aquella salida debía atenazarles como la única que les quedaba (a los acomodados ni siquiera los contemplo aquí). Supongo que eludían el pensamiento diciendo que siempre serán los otros. Los otros los que caerían, los otros los que se irían, los otros los que no serían capaces, los otros los que sufrirían las consecuencias, los otros los que enfermarían. No ellos ni sus seres queridos. Si es que los tenían. Aquélla no era época donde los amores filiales brillaran por su abundancia y calidad. Si es que algo podía brillar entre tanta mugre, tanto barro, tanto humo y niebla característicos de la sociedad victoriana de entonces.
Siempre eran los otros.
Y la sociedad actual, del siglo XXI, tiende a eso. La sobreexplotación laboral, la escasez de dinero disponible, la corrupción e injusticia generalizados a todos los niveles, la precarización y la temporalidad del trabajo... La globalización con el sureste asiático, hispanoamérica, los países árabes que toleran la presencia de empresas de producción intensiva en condiciones infrahumanas, cuyas plantillas de taller conforman el estrato social equivalente al de Europa en la revolución industrial, y que ahora se propaga como una plaga, incendiando todo avance conseguido con no poco sacrificio pasado... Mientras, y también como antaño, unos cuantos potentados lo son más aún, acaparan todo recurso e influencia, hacen negocios miserables con la desesperación de la gente, mucha de la cual se resigna como la gran masa de finales del siglo XIX. La diferencia de aquélla a ahora es que a medio plazo se proponían modelos sociales alternativos que se llevaban a cabo con mejor o peor fortuna. Ahora se ha visto a dónde conducen, la perversión que conlleva si se usan mal o se cometen y consienten abusos, y la resignación es aún mayor, si cabe.
Siempre serán los otros.
Y ahora soy uno de ellos.
Estoy a las puertas del suicidio. Hace seis años que no trabajo, mis ahorros se han agotado, por primera vez en mi vida no voy a llegar a fin de mes, la hipoteca me atenaza, mi nevera y despensa están vacías, he perdido por completo la forma física, y no veo salida digna a esto.
Conforme pasan los días, y según me da, pienso en diferentes métodos. Hace semanas pensaba en encerrarme en mi coche con una manguera en el tubo de escape, atiborrándome previamente de una sobredosis de ansiolíticos para anular cualquier reflejo de supervivencia. Nunca lo he llevado a cabo, pero está ahí. Últimamente pienso en coger un cuchillo y tumbarme sobre él en la cama. Y esto sí lo he probado, dos veces ya, pero siempre me echo a un lado, derrotado y hecho un guiñapo.
"Cobarde" me digo, hundiéndome aún más. Pasan los minutos, me levanto en modo automático, guardo el cuchillo... y sigo haciendo cosas diarias.
Esta mañana me he despertado de madrugada y, completamente planchado, he probado a contener la respiración. Ha sido lo más lejos que he llegado, pero al final la vida se ha impuesto, pese a lo negra que pinta.
Busqué en Google métodos caseros de suicidio indoloros, y me sale el puñetero e hipócrita teléfono de la esperanza. He estado en la delegación de esa organización de mi ciudad, y no me sentí nada bien atendido. Basta con no incluir la palabra suicidio y derivados en la búsqueda.
A modo de detalle al margen, encontré por ahí un esquema, el modelo de Kübler-Ross,
en donde me podía ver identificado (como podría verme en cualquier mapa, estado o sitio, por ejemplo comida para buitres en el ciclo de la materia orgánica), y supongo que esta entrada y la anterior vendrían a incluirse en la etapa de "Negociación". Una negociación con algo o alguien invisible pero implacable... Pero cuando se acaba el dinero, no hay negociación que valga.
También influye la sensación de no tener nada que perder.
Esto se acaba. Seguiré escribiendo aquí en tanto tenga ganas, motivos y entereza suficientes como para ordenar mis pensamientos y conclusiones. Y si consigo medios para seguir con mi vida. Pero si algún día no contesto, o dejo de escribir, aquí dejo constancia del porqué.
jueves, 12 de mayo de 2016
De olvidarte, ni hablar.
Respondiendo desabridamente a mi última intervención contigo, cuando sólo quería saber de ti tomando un refresco en una terraza.
Bloqueándome en tus redes sociales, cuando el tiempo que media entre un comentario mío y el siguiente suelen ser meses. Sólo te buscaba muy de vez en cuando y miraba tu muro. Ahora me has quitado eso.
Cuando hace años que no te molesto ni por teléfono ni por email. Pensaba hacerlo, pero mi reciente acceso a esos medios y tu visceral hachazo ha sido un mensaje inconfundible.
Diciéndome que me olvide de ti, cuando los mejores recuerdos mutuos que tengo son muchos, son sublimes, llenos de ternura. Cuando todo lo que me comentabas de tu vida iba a parar a los rincones más selectos, para preguntarte por ello después, comprobando que la energía con la que te enfrentas a ellas no disminuye, y tener presente la fuerza que albergas, la clase de mujer que eres, la vitalidad que destilas...
Mi primer impulso, pasado el dolor y la perplejidad, fue de ira. Pero recordé la niña mimada, calculadora y asustada que eres por dentro, y todo eso se me pasó por ensalmo.
Me importan un bledo tus prejuicios, que al final se han revelado más fuertes que el posible aprecio que me pudieras tener: el camino que hemos recorrido juntos, aunque breve y esporádico, fue intenso e inolvidable para mí, con sus más y sus menos.
Y por más que me machaques, por más que me exijas que me olvide de ti, que no me refiera jamás ni hable de ti en el futuro por estos sitios, a esto sí que diré que NO.
Hasta que el tiempo haga lo que suele hacer, y vaya desdibujando poco a poco tus contornos y tu silueta en mis recuerdos.
Lo único, aislar esos bellos recuerdos de tus furibundos ataques. Y ahora me lo has dejado más fácil, con tu bloqueo, porque presupongo que nunca más sabré de ti.
viernes, 5 de febrero de 2016
Ella está ahí por ti, ¿sabes?
Está a tu lado por ti. Así que demuéstrale lo que significa. Podía haber elegido a cualquier otro, podía haber elegido estar sola, como cada vez más gente sobre la faz de la tierra. Pero no. Te ha elegido a ti, y quiere estar contigo. Sus brazos quieren abarcarte, sus manos quieren palparte, sus ojos quieren llenarse de ti, sus oídos no desean perderse una onza de tu voz, su mente está muy pendiente de ti. Así que trátala como se merece, como lo que es, como una reina, tu reina. Puede que la semana que viene, el mes siguiente, o dentro de un año sea la reina de otro. Pero en este momento está contigo, está por ti, así que no eches a perder la ocasión. Vulgo, no la cagues.
¿Por qué? Porque ha percibido algo en ti que ha despertado un eco más profundo de lo que estaba dispuesta a admitir. Porque ha tenido un pálpito sobre ti, porque algo tuyo le ha llamado la atención, un gesto, una mirada esquiva, un rubor, un tembleque o un tic, o la suma de todo eso, que ha decidido arriesgarse a permanecer contigo para ver hasta dónde podía llegar y conocerte mejor mientras tanto, ver si estaba equivocada y si valía la pena abrirse a ti.
Porque tal y como está el mundo, quizá ni ella misma se lo esperaba esa misma mañana, ante el espejo. Recién salida de la ducha, el pelo húmedo, la cara todavía con trazas de sueño pese al contraste vivificador del agua corriendo sobre su piel, no se imaginaría que diez, doce horas más tarde su atención estaría copada por un imprevisto encuentro, por una posibilidad de conocer a alguien que le ha roto los esquemas.
Quizá no seas consciente de la oportunidad que te presenta el destino. Tú, que cada pocos días te dejas llevar por incontenibles vapores en hermosa silueta de mujer, como tantos y tantos hombres a tu alrededor, puede que consideres este encuentro fortuito como algo normal y cotidiano. Pero no lo es.
Quizá te niegues a abrirte del todo, por una comprensible reacción al abandono, a retornar a la soledad y querer volver a estos momentos, pero es ley de vida. Lo que cuenta es aquí y ahora, el futuro se escribirá solo. Trátala en esos momentos como si estuviera a tu lado el resto de tu vida. Y probablemente así sea, porque dependiendo de cómo te comportes ahora, dejará un recuerdo indeleble en tu fuero interno.
Así que ten cuidado. Avanza siempre con pies de plomo. Da tú el primer paso si es preciso, pero respeta su espacio, su iniciativa, su posible negación, tanto en ese momento como en el siguiente. Y ni se te ocurra por asomo tomarte la más mínima confianza en vuestra intimidad, a menos que sea para bien, para sorprenderla, para agradarla. Puede que en tu fuero interno alardees de tratar con muchas mujeres, que sabes lo que necesitan, sus puntos sensibles, sus señales... pero no te engañes: cada mujer es distinta, y pese a que según tu experiencia puedan coincidir, se guían por algo que tienen muy dentro, que guardan muy celosamente, y que no revelan así como así.
¿Si ella se deja mirar? Mírala siempre a los ojos. ¿Se deja abrazar? Manos a su espalda sin bajar de la cintura. ¿Coge tu mano y la posa en su cadera? Acaríciala despacio, sin brusquedades ni presiones. ¿Te guía hacia los tirantes de su ropa interior? Aflójala o quítasela con mimo y respeto, poco a poco. ¿Que ella se abandona en tus brazos, pidiendo más? Tú no. Nunca te abandones. Permanece atento a sus señales. No temas preguntar. Provócale una carcajada si es necesario, pero ten muy presentes tus objetivos. Y tus objetivos son los suyos, los que hacen que ella confíe plenamente en ti en esos momentos tan intensos. También ten presentes tus señales: ¿que sabes que en breve te vas a lanzar como caballo desbocado? Soooo, caballo. No es una yegua. Será igual de bella y briosa, pero muérdete el labio antes de soltarte las riendas. ¿Te hace daño con sus pellizcos, arañazos, mordiscos, manotazos o puntapiés? Aguanta. Por lo que más quieras, aguanta. Que un hombre pierda el control está muy bien para las películas, los libros o relatos, pero la realidad es que el hombre debe mantener la cabeza fría hasta el final porque lo más seguro es que le hagas daño y se eche atrás o se vaya de tu lado...
...
...
...
...
Bien. Si has llegado hasta aquí, si has conseguido cristalizar todo cuanto te he transmitido en una bella y sugerente estampa, y estás listo para ir un paso más allá, detente, respira hondo, coge esa... esa burbuja de cristal con las dos manos...
... y, como diría el profesor rebelde de El club de los poetas muertos, rómpela. Estréllala contra el suelo. Sin miedo, sin reparos. Álzala sobre tu cabeza y lánzala contra el suelo, que se deshaga en mil pedazos, y que el chasquido se convierta en música. Luego da media vuelta y vete. Mejor esto que sufrir lo que puede venir a continuación.
Posible denuncia por acoso, por tocamientos, por violación. Basta una llamada telefónica por su parte. Como poco, noche en el calabozo. Seguramente te echará de tu casa, se quedará con tu coche, una pensión a tu costa y parte de tus ahorros. Sin comerlo ni beberlo, tú, un buen hombre, ahorrador, sufridor, trabajador, sacrificado, honrado, te has visto de la noche a la mañana reducido a un número de acusados por violencia sexual.
Pues a eso es a lo que nos ha conducido la ley de violencia de género. A tratarnos a todos los hombres como potenciales violadores. Sin distinción, por igual. La inmensa mayoría no somos culpables, pero sí nos han convertido en víctimas. A todos. Y como todas las víctimas que están a tiempo, huye.
¿Que deseas estar con esa mujer más que nada en el mundo? ¿que estás seguro de que ella no te quiere ningún mal, que te ha manifestado su deseo de estar contigo? Adelante, pues. Pero bajo tu entera responsabilidad. Echa un vistazo a tu futuro a corto y medio plazo si ella decide ir por ahí una vez has caído en su posible trampa.
Puede que dicha ley no sea tal, que sólo sean rumores, exageraciones, reacciones manipuladas de colectivos que están en contra de dicha ley. Pero creo que bastará una búsqueda por internet para ponerte en guardia, como mínimo.
Puede que tú no seas un maltratador. Si no lo eres, entonces tranquilo. Retírate igualmente, respira hondo otra vez, conciencia en calma, desahógate en solitario y piensa en los hombres que como tú tampoco son maltratadores pero sí han caído víctimas de brujas que abusan de ese poder nefasto que les ha dado esa ley... Si todos los hombres hiciéramos piña y nos retiráramos en momentos clave, ya veríamos en qué quedaría la cosa. Aunque dada nuestra fama, lo galopante de nuestras hormonas, la posición social que da estar en buena compañía y exhibirla, lo fácilmente manipulables que somos en ese sentido, lo veo imposible.
Pero si lo eres, si eres un maltratador, si te gusta tener dominadas a las mujeres ("la mujer en casa y con la pata quebrá")... entonces léete esto. Es antiguo, pero mantiene toda su fuerza.
miércoles, 25 de noviembre de 2015
Te adoré.
Me dio igual lo que digan los demás de esos momentos y sus tremendas expectativas. Me da igual lo que pinten en los medios de comunicación, en los corrillos de amigos, en las confianzas que se toman en según qué ambientes y que yo por supuesto no otorgo. Mi recuerdo sobre nuestros momentos juntos están ahora acorazados en mí, completamente a salvo, y nadie tendrá acceso a ellos jamás.
Confiaste en mí. Tú pasabas por unos tiempos de duda conyugal, y yo respondí de la mejor manera que se me ocurría. Amé tu cuerpo en cuanto me diste ocasión. Respeté tus límites, que pasaron a ser míos sin ningún problema. Con mi empatía y atención al máximo, me disgustaba lo que a ti te disgustaba sin siquiera llegar a definirlo con palabras. Tomé lo que me dabas disfrutándolo el triple. Me concentré en tu placer lo mejor que supe, olvidándome del mío, incluso vinculándolo al tuyo de principio a fin. Mi sed de ti y mi disposición hacia ti eran tantas, que sólo usaba mi cuerpo para atender al tuyo durante todo el tiempo que fuera necesario. Cubierto o sin cubrir, abajo, arriba o de lado, explorando y maravillándome de tus respuestas, lleno de curiosidad y empatía hacia tus señales, intentando anticiparme, saltando olímpicamente sobre mis dudas, teniendo paciencia ante una supuesta falta de respuesta, seguro de que iba por buen camino, y que el tiempo era lo único que me separaba de tu goce y bienestar. Mientras tanto, la entrepierna me escocía, aprisionada y sin poder desarrollarse por completo durante horas, pero no me importó, porque sabía que el sexo que te deparaba era mucho mejor, más candente, completo, duradero y profundo, más placentero, y sin fin a la vista. Era lo que tú querías. Me demostré a mí mismo lo que era capaz de desarrollar ante una mujer como tú, lo que me inspirabas era infinitamente más fuerte y arrollador que el pequeño escozor genital.
Una sonrisa tuya de satisfacción o aprobación, una caricia simultánea de ojos y manos, por leve que fuera, ya era como un rayo luminoso e iridiscente en medio de los nubarrones de dudas que hacía que avanzara un poco a ciegas…
Te llené de mis mejores detalles: mis ojos intentaron no perderse un ápice de cuanto de ti se desprendía, de todo cuanto te rodeaba, tus movimientos, tu ropa y estilo, tus sonrisas, tus dudas. Mis manos no se apartaban de tu bellísimo cuerpo, pero sólo cubrían aquellas zonas donde no pudieran verse rechazadas en su timidez; de vez en cuando se asomaban a tus caderas, nalgas y pechos, pero enseguida volvían a su zona segura: muslos o cintura, zonas correctas y nada ofensivas. Mi respiración se hacía superficial, mi corazón iba a cien, de vez en cuando me daba un leve temblor, pero no era consciente de nada de eso. Sólo ahora, mucho tiempo después, revivo con placer esos detalles.
Fuiste como una reina para mí. Intentaba volcarme en ti, hacerte cosquillas, hacerte reír, sorprenderte, ser un perrito gimoteante, o un amante silencioso, sonriente y seguro de mí mismo y mis capacidades, o un amigo con quien hablar, apoyarse y abrazarte…
Sentí mucho que eso no bastase.
lunes, 12 de octubre de 2015
Té con canela (del Mercadona)
Voy tomando cafés cada pocos días. Solos, con leche, con galletas o a sorbitos sin nada más, con azúcar o sin azúcar, cargados o ligeros (controlando la prensa manual y la cantidad de café molido en la cazoleta), más o menos cafeinados (mezcla en diversas cantidades de tueste natural y descafeinado)… Y cada vez me gusta un poquito más, lo reconozco. Es un ritual que me relaja y me hace sentir en paz mientras dura.
Y claro, en ésas, no puedo evitar imaginarme estar en compañía femenina: ella durmiendo tras una noche especialmente intensa, y yo levantándome y preparándole el café (asumiendo por supuesto que le gusta el café) y entrándolo después en una bandeja, con unas galletas, el tarro de azúcar y algún detalle primoroso, como la servilleta plegada de una forma graciosa y llamativa… (flores, bombones y demás están fuera de la ecuación económica).
Sí, suena feo mencionar la cuestión económica. Pero dada mi situación ídem, esa condición insalvable se me ha metido aceitosamente entre los resquicios de la base de mis fantasías de vaho cotidianas.
La parte negativa del ritual del café es que creo que me he habituado demasiado pronto a sus efectos vivificadores. Ya no siento apenas el empuje que me abocaba a la hiperactividad de antaño. Aunque quizás sea por el control de las dosis en la cazoleta, siempre tirando a la baja con el café tueste natural.
El otro día vi en Mercadona infusiones de té con canela, y me entró curiosidad por probarlo. La canela me gusta (arroz con leche y galletas napolitanas), así que cogí una caja de eso. Pero hoy he comprobado que al tomar el té bien caliente, apreciar el gusto a canela es casi imposible. Quizás sea que en mi estado actual, con la garganta escocida, no huelo apenas nada, ya que influirá en zonas cercanas…
sábado, 26 de septiembre de 2015
Concéptica.
Dícese de la ciencia que pone nombre a tendencias, ideas, procesos, corrientes, orígenes, destinos, fines, usos, reacciones, tolerancias… e incluso radicalismos y fanatismos varios.
Poner nombre no es baladí. Según se designe una u otra palabra a algo, ésta puede cuajar y prosperar, o si suena mal, fracasar y verse relegado al olvido o al uso especializado entre profesionales del ramo. Entiéndase como “cuajar y prosperar” el sumarse al uso cotidiano de una comunidad más o menos numerosa, y que puede usarse como ladrillo para construir más concéptica futura.
No es ciencia nueva. Y tampoco está ceñida a la Filosofía, o al Diseño, o al Descubrimiento, o a la Normativa reguladora (estandarización), o a cualquier campo con mayúscula en el que la Humanidad expresa y lleva a cabo todas las ideas que surjan en cualquier ámbito, tiempo o lugar (nótese que, a lo largo de este blog, la mayúscula no se la aplico a cualquier palabra).
Cualquiera puede usar la Concéptica en cualquier momento. Simplemente con que se le ocurra un proceso nuevo que acorta o ataja conceptos antiguos que los transforma en obsoletos, ya usa esta ciencia, ya usa la Concéptica.
Concéptica también es asignar símbolos impronunciables pero certeros al primer golpe de vista a situaciones e ideas que precisan de lecturas rápidas para actuar en consecuencia de inmediato, casi por reflejo.
Aunque esta última parte disiento un poco, porque dichos símbolos son difíciles de usar en sumas futuras para crear nueva concéptica… y por tanto tienden a estancarse y permanecer inamovibles en el imaginario y comunicación humana.
Como toda ciencia humana, también es proclive al mal uso, manipulación o tergiversación. Y como toda ciencia humana, dicho mal uso, manipulación o tergiversación produce mucho daño, dolor, destrucción e injusticia en dimensiones realmente escalofriantes.
¿Qué fue si no designar “izquierda” a unos valores sociales y “derecha” a otros? Concéptica. ¿Y qué fue radicalizar dichos valores en uno u otro sentido, oponiéndolos en numerosas ocasiones, “extrema izquierda, extrema derecha”? Concéptica. ¿Y también oponerlos contra sus vertientes “moderadas”? Concéptica.
¿Y asignar la cruz gamada al nazismo en la cultura occidental o la hoz y el martillo al comunismo? Concéptica. ¿Diferentes cruces de diferentes colores y formas a lo largo de la Historia? Concéptica. ¿Medias lunas, estrellas de David, estrellas de cinco puntas y otros símbolos que no tienen sonidos asociados pero se exhiben con propósitos llamativos? Concéptica. ¿Señales de tráfico vial, avisos de peligro y símbolos de publicidad e identidad corporativa empresarial? Concéptica. ¿Escudos, linajes, banderas, herencias culturales, pertenencia a diferentes etnias, tribus, valores, incluso modales y costumbres que determinan diferencias más o menos relevantes entre grupos vecinos? Concéptica.
¿Qué fue designar como “Teoría” a la Evolución o a la Relatividad? Concéptica. ¿Y la reacción a la primera, el creacionismo? Más concéptica.
¿”Políticamente correcto o incorrecto”? Concéptica. ¿Insultar, degradar, vejar, comparar, crear metáforas? Concéptica. ¿Convertir siglas en palabras y usarlas como sustantivos, incluso moldearlas como verbos? Concéptica. ¿Una conversación entre científicos eminentes, entre informáticos en perfecta sintonía, entre artistas formados y veteranos, entre médicos sobre cuestiones urgentes de salud…? Concéptica.
¿Esta misma entrada, en donde reflexiono y propongo como “Concéptica” a la concéptica? Más concéptica… siempre y cuando el concepto cuaje y se use entre la gente de forma espontánea, sin llevarme ningún mérito por ello.
Ya que otra de las reglas no escritas de la Concéptica es el anonimato de sus orígenes, citando éstos como anécdotas sin apenas importancia, si se llega el caso.
domingo, 24 de mayo de 2015
Victis entre Roma y Toledo.
Molesta ausencia de clavos
para asir en la pared
aquel mi hermoso cuadro
de paisaje en mi otra piel.
Pica al toro por su lidia
su sangre escupe en torrentes;
sangre que el pródigo envidia
con preces maledicentes.
Piedras y obras de castillo
como a Dios su catedral;
todo amontonado y listo
mas ¿dónde se construirá?
Alienaos, mis neuronas,
alienaos en camino;
pues, para guiar la aurora,
mi sol ha recién nacido.
Diamantes que flotan crudos
en crepúsculos sin olas;
lágrimas, o sangre incluso,
derramo si me los roban.
En mi recóndito estanque
también se baña mi Leda;
cisne apresado en la margen…
cisne sin pluma ni aletas.
Domina el sol por el día,
devora todo lucero;
de noche, allá porfían
en zodíaco y sin celos.
Color verde visto en rojo,
color verde, ¿dónde estás?
Letra escrita que yo escojo,
letra escrita... que se va.
Vete de aquí, Galatea,
vampiro de mis mentiras.
Si esculpiéndote siguiera
al final, me vaciarías.
Por cada esquirla que arranco
veinte más se desperdician.
Modestia me manda abajo,
pero abajo está Avaricia.
Tras un viril espejismo,
me perdí en este desierto;
su arena ahora es mi abismo,
y el sol azul, mi universo.
Zeus y Ares también escuchan,
y me anuncian sus heraldos:
si sigues solo en tu lucha,
vendrá Apolo en tu respaldo.
Confieso a todos que robo
hierro y pimienta del tiempo
para echar al rojo adobo
ociosos trozos de cierzo.
Todos los demás maldicen
cuando arquean sus flaquezas,
las mismas que a mí me impiden
cazar y bajar la testa.
Cadáver de lápiz roto
entre baldosas y asfaltos
suspira tu último voto
de esbozar un sueño en blanco.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
No te culpes más, idiota,
piso y pateo yo en mí,
que por lo que a mí me toca,
también estoy solo aquí.
domingo, 20 de abril de 2014
Volúmenes no percibidos.
Desde hace meses, tengo en el escritorio de mi ordenador la siguiente imagen:
que tomé después de ver varias veces “El reino de los cielos” en mi ordenador. Digo varias veces, seguidas y no seguidas, para separar el grano de la paja, lo valioso de lo trivial, lo que realmente me conmueve de lo tópico o previsible. Y ésta es una de las imágenes que más eco despiertan en mí. Despertaban.
Porque hoy, domingo 20 de abril de 2014, un amigo me ha propuesto ir a visitar una exposición permanente en mi ciudad sobre Pablo Gargallo, en el museo del mismo nombre. Y tras ver muchas esculturas seguidas suyas, desde diferentes puntos de vista, con la guía de mi amigo, que me abrió los ojos mientras las veía (diferenciar “formas” o “siluetas” de “volúmenes”, aplicar los conceptos “convexo” y “cóncavo” en sus obras, entre otros trucos visuales para percibir lo que transmite ese escultor), se me ha quedado una “inercia retinal” que, al llegar a casa y ponerme ante el ordenador recién encendido, ha hecho que percibiera la anterior imagen de otra forma.
En principio, la había tomado por la máscara, sus trabajadas filigranas, sus proporciones elegantes y correctas, realzadas por los brillos metálicos y la fina cota de malla que hace de pelo, el foco desde el que está tomada… Todo ello me transmite una armonía que… bueno, no descubro el oro y el moro con esto a nadie, es sólo lo que me transmite a mí: delicada y rotunda, fragilidad y orgullo sano, artesanía elaborada mezclada con crudeza y resignación bien llevada…
Pero, como decía, hoy he descubierto un volumen en su mirada. Una enorme tristeza, que se desparrama incontenible sobre todo lo que tiene delante, una tristeza serena y resuelta, pero a la vez, esperanzada… Claro que esto lo he visto en la imagen a pantalla completa. En pequeño como he enlazado aquí, quizás no se aprecie mucho…
Es inevitable tomar el contexto en el que se desarrolla la escena de la película de la imagen. No obstante, tras tanto tiempo llevándola de fondo de escritorio en mi ordenador, he logrado separar ambas cosas. De ahí este añadido que he aportado hoy, que no tiene nada que ver con la película.
martes, 1 de abril de 2014
Lecturas colaterales y harina de sueños.
Pompeya de aluminio, que has batallado contra el acero candente, ruega por nosotros.
Ladrillo encima de ladrillo, Hércules detrás de Héracles, hombre debajo de mujer, y seno al lado de la luna, rogad todos por nosotros.
Mondadientes, ven y escarba las onzas de platino que quedaron de la hambruna de ayer. Pero antes, ruega por nosotros.
Dragoncete achaparrado, durmiendo en forma de cenicero con sonrisa satisfecha incluida, ruega por nosotros.
Fantasía y superstición puras hechas ciencias exactas con las que se basan muchas reglas sociales de vida o muerte, rogad por nosotros.
Conchas insulsas, insultos vacuos, monstruos de feria vacíos que se llenan de ambas cosas, largaos todos de aquí a la chita callando, u os machaco con una lima del veinticinco.
Babas electrónicas, base de toda vida, base de toda comunicación, íntima o pública, no os deforméis más en la base de mi cerebro, y reformaos conforme a la vida que estoy intentando llevar.
¿Por qué las jaulas están ahí enjauladas sin poder salir al mundo a gritar que están ahí? Porque los barrotes que las contienen son los más duros del mundo: los del autoconvencimiento de su inutilidad.
¿Por qué las bellísimas siluetas tantálicas responden constantemente a mis continuas llamadas, pero en cuanto avanzo la mano, éstas se difuminan y desaparecen? Porque están hechas de la inmateria de los sueños.
miércoles, 5 de marzo de 2014
AVISO: Entrada ficticia…
A los poquísimos habituales que todavía os pasáis por aquí (uso el modo genérico, me refiero tanto a vosotras como a vosotros, no creo que haga falta aclararlo) ¿qué diríais si de pronto leyerais una entrada así?
“Hola.
¿Hasta aquí bien? Ahora la parte fría y condicionante, dolorosa pero necesaria:
La ** es para informarte de que sufro de hipoacusia neurosensorial bilateral (sordera parcial en ambos oídos corregida por sendos audífonos). Así que no te extrañes de verme muy pendiente de lo que dices, de tu boca y de tu cara, me guío no sólo por la voz sino también por la vocalización y la expresión facial, incluso corporal: manos, hombros, cuello…, y no te moleste que te interrumpa si creo que no he entendido lo que acabas de decir para que me lo repitas.
viernes, 28 de febrero de 2014
“Me voy a la cama…”
La puerta se abrió y entraron ambos casi de espaldas, diciendo adiós con la mano. Una pareja de jóvenes, hombre y mujer, atractivos, vitalistas, alegres, de clase alta, como atestiguaba la mansión en la que habían entrado.
Los dos vestían de gala. Él, con fajín, lazo-corbata negro y chaqueta estilo rey Alberto. Ella, con un vestido blanco marfil con motivos de pedrería entallado hasta medio muslo y amplios faldones de cola corta.
En el vestíbulo, nada más cerrar la puerta, ambos suspiraron. Ella cerró los ojos, infló los carrillos de forma sostenida y se pasó las manos por las sienes y la frente. Él, en cambio, sólo alzó levemente una ceja, sin variar apenas el sempiterno rictus de su cara. Ni siquiera transmitía un ápice del cansancio que sin duda soportaba a esas horas y que ella expresaba con toda soltura.
Apoyaron ambos sus espaldas contra la puerta y se dejaron escurrir hacia el suelo.
-Por fin…
-Sí, por fin.
-Qué paliza nos hemos dado hoy… Dormiría hasta pasado mañana seguido…
-Adelante, mañana es fiesta.
Ella volvió la cabeza. Admiró una vez más su porte, su aguante, su solidez. Se había aflojado el lazo, ni siquiera estaba deshecho; el resto en todo él permanecía inalterable. Le bastaría con ponerse otra vez de pie y estaría como cuando salieron, muchas horas antes. A ella en cambio se le notaban las ojeras y la palidez del trasnoche a través del maquillaje. Las eternas sonrisas mantenidas a lo largo de la jornada se cobraban su precio en un rictus levemente agrietado. Algún que otro mechón de cabellos ya se le escapaba del tenso y voluminoso moño que cubría su nuca, deshaciendo la simetría.
Se levantó de nuevo trabajosamente y se dirigió despacio a la escalera, mientras se quitaba un pendiente.
-Bueno, me voy a acostar ya.
El miró cómo andaba hacia la escalera y empezaba a subir peldaños. A medio tramo, algo terminó de fundirse en su interior, y soltó, incontenible.
-¡Espera…!
Ella se detuvo y se volvió, extrañada. Creyó haber oído mal.
Creyó haber oído un tono distinto al acostumbrado en él. Siempre tan breve, tan certero y conciso, tan comedido en sus palabras. Tan duro y recto. Tan imperturbable.
Él no había variado su postura. Sentado en el suelo, piernas encogidas, brazos apoyados sobre las rodillas, indolentes, cabeza contra la puerta.
-Estás… preciosa.
En medio de las brumas del cansancio, ella soltó un rayo de luz en forma de sonrisa luminosa que pareció caer desde las alturas y rebotar sobre la gran roca de abajo cubierta de rocío.
sábado, 25 de enero de 2014
Sáhara, Atacama, Kalahari, Gobi, venid a mí.
¿Desiertos? ¡já!
Puedo internarme en uno, y os aseguro que anímicamente no habría diferencia.
De hecho, la indiferencia es lo que me protegería del sol y me abrigaría por las noches.
Pero lo que protegería esa indiferencia no es algo valioso, ni siquiera llamaría la atención en dichos entornos.
Empatizo con los eremitas de espacios abiertos: no ven ni oyen a nadie, así que no se hacen ilusiones con nadie. Los horizontes que les rodean son demasiado lejanos como para humanizarlos y esperar una respuesta. Y si dicha respuesta tiene lugar por circunstancias incontrolables, se la ve venir desde lo lejos: primero en forma de espejismo, luego en silueta muy difusa, que se va concretando poco a poco, para pasar a un contorno nítido y hacerse una idea de qué es, controlando entonces la actitud a tomar. En cambio, en conglomerados de gente, siempre se espera un mínimo de atención, un “poco de por favor, que estoy aquí”, y esa esperanza, pese a negarla, siempre es alimentada por la cercanía física.
A la mierda con todo y con todos.
miércoles, 15 de mayo de 2013
Felicitación navideña laboral 2011
De: xxxxxxxxxx@empresa.com
23/12/2011
Para: lista_oficina@empresa.com, lista_empresa_externa@empresa.com, lista_empresa@empresa.com
« Sólo aquellos que nada esperan del azar son dueños de su destino »
Arnord Matthew
Feliz Navidad y un 2012 lleno de ilusión es mi deseo para el futuro
Un cordial saludo
(logo empresa)
Xxxx Xxxx Xxxxxxxx
Director General
Tel: +34 xxx xx xx xx Fax: +34 xxx xx xx xx www.(EMPRESA).com
Parque Empresarial X
C\ X nºX, edificio X, planta X
X X, España
Ingeniería-Instalaciones-Servicios
Q Antes de imprimir este mensaje, asegúrese de que es necesario. Proteger el medio ambiente es cosa de todos.
En función de la LEY ORGÁNICA 15/1999, este mensaje de correo electrónico y sus documentos adjuntos están dirigidos EXCLUSIVAMENTE a los destinatarios especificados. La información contenida puede ser CONFIDENCIAL y/o estar LEGALMENTE PROTEGIDA y no necesariamente refleja la opinión de (EMPRESA). Si usted recibe este mensaje por ERROR, por favor comuníqueselo inmediatamente al remitente y ELIMÍNELO ya que usted NO ESTA AUTORIZADO al uso, revelación, distribución, impresión o copia de toda o alguna parte de la información contenida. Gracias.
This e-mail message and any attached files are intended SOLELY for the addressee/s identified herein. It may contain CONFIDENTIAL and/or LEGALLY PRIVILEGED information and may not necessarily represent the opinion of (EMPRESA). If you receive this message in ERROR, please immediately notify the sender and DELETE it since you ARE NOT AUTHORIZED to use, disclose, distribute, print or copy all or part of the contained information. Thank you.
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
De: (fantasma de la ópera)
25/12/2011
Estimado sr. X:
Muchas gracias por este detalle de felicitación navideña. En los seis años que trabajé en su empresa, nunca he recibido algo así por parte de Vd. Comprenderá el grado de mi sorpresa, casi estupefacción, al comprobar que aún consto en su base de datos, toda vez que fui despedido hace un año y seis meses aproximadamente. Y aunque en todo este año que ahora termina tan sólo me he referido a Vds. para solicitarle al sr. Y un mero trámite burocrático (certificado de retenciones del IRPF del pasado año 2010), me congratula comprobar que aún me tienen en su listado de... de... no se me ocurre término exacto, ni siquiera sinónimo que se le acerque, aquí confieso con toda sinceridad mi ignorancia.
Sepa Vd., sr. X, que en el contexto actual en el que personalmente me encuentro, esa frase que cita del tal Arnold Matthew me suena bastante a recochineo cínico y provocador. Llevo año y medio en paro, el mismo tiempo que llevo independizado (sí, justo cuando me entregaron las llaves del piso largamente anhelado y esperado, Vds. me entregan la carta de despido). No entro a analizar las causas por las cuales se me despidió, eso lo sabe Vd. mejor que yo, ya que un humilde servidor no disponía de información privilegiada ni de contactos por los que hacerme valer. Pero sí le menciono que, en los años que he estado trabajando para su empresa, he puesto todo el ahínco, interés, esfuerzo y demás en cumplir con mi trabajo. Nunca me he quejado cuando me venían mal dadas (por ej., cuando corría urgencia la entrega de la obra X, o la ampliación de la empresa Y, en que trabajaba sábados y domingos en largas jornadas agotadoras, o se me proporcionaban de forma habitual herramientas defectuosas o material insuficiente y yo sacaba la faena como buenamente podía). Pero dadas mis circunstancias personales (minusválido sensorial con depresión recurrente, lo cual me hacía especialmente sensible y vulnerable a roces típicos con compañeros y superiores en un ambiente cuasi-carcelario, con resultado de bajas médicas), evidentemente eso no bastó para salvarme de la crisis que estamos padeciendo.
La sensación de impotencia que sentí entonces y que siento ahora al escribir estas palabras, reviviendo aquello, hace que no sea precisamente "dueño de mi destino", como afirma la mencionada cita. Cuando el azar me golpea con dureza inmisericorde (despido+hipoteca+depresión+sordera parcial+casa sin equipar -los muebles no se comen ni pagan la hipoteca cuando se está en las últimas y se sobrevive con ahorros- +aislamiento social) yo no puedo esperar del azar más que una degradación implacable y cada vez más inminente, contra la que me encuentro completamente indefenso y bloqueado para reaccionar e intentar salir de ésta por mis propios medios.
Pero todo esto es una mera interpretación de esa cita del sr. A. Matthew, que como todas las citas son interpretadas según el cristal con que se mire.
Lo que sí me atrevo a echarle en cara, Sr. X, es su contribución a ese obsceno fenómeno mediático que es el Real Madrid C.F. y su "estrella" Cristiano Ronaldo(*). Contribución que espero sea involuntaria por su parte, pero contribución al fin y al cabo, y que además presupongo de un volumen extraordinario: las ganancias que obtiene de los negocios que emprende Vd. a lo largo y ancho del globo. Todo legal, por supuesto, pero en el contexto actual de crisis, con millones de desempleados en el país, uno de los cuales se alza para manifestarle por la presente la absoluta inmoralidad de semejante disparate social, económico y empresarial.
Porque no dudo de su espíritu emprendedor, Sr. X, completamente fundado y enérgico. No obstante, a un nivel más entre el suyo y el mío, destaco la cantidad de trepas, caraduras y lameculos inútiles de los que se rodea Vd. Algunos de los cuales acceden a sus puestos como resultado indirecto de suculentos negocios de mantenimiento realizados con padres, hermanos, amigos, etc. de los mencionados, que ocupan puestos de gran responsabilidad en el otro lado de la mesa de negociaciones.
Enchufados que, por lo que veo por su email, no realizan su trabajo con eficacia. No se han molestado en "filtrar" ni actualizar las listas de emails de su empresa, apareciendo yo en ellas sin motivo válido alguno.
Supongo que la presente se perderá en su buzón electrónico por el gran volumen de su correspondencia y lo valioso de su tiempo, o será filtrada por comandos de software o bien censurada previamente por algún empleado suyo, o bien ignorada por Vd. mismo, así que todo este esfuerzo será en vano. Pero mi tiempo es mío, y considero adecuado aprovechar el espontáneo puente de comunicación tendido entre Vd. y yo y escribirle la presente.
Le deseo también con toda sinceridad un feliz y próspero (nunca mejor dicho) año nuevo 2012 para Vd., su familia y su empresa, ya que he precisado de estos días pasados, entre los que se incluye Navidad, para preparar esta respuesta y afinarla lo más convenientemente posible.
Un saludo.
(Fantasma de la Ópera).
Parado sin ilusión.
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
De: xxxxxxxxxx@empresa.com
25/12/2011
Para: (Fantasma de la Ópera)
Estimado Sr (de la Ópera)
Lamento profundamente este error que en ningún caso pretendía molestarle
Le deseo un feliz 2012 y lo mejor para el futuro
Xxxx Xxxx Xxxxxxxx
Director General
(EMPRESA)
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
(*): la (EMPRESA) pertenece al grupo ACS, de la cual es presidente Florentino Pérez, que también preside el Real Madrid C.F.
viernes, 23 de noviembre de 2012
¿Ya estás aquí otra vez?
Y te irás otra vez, sí. Cuanto antes mejor. Pero te conozco demasiado bien, no me soltarás hasta haberme sorbido toda la sangre, toda mi ansia de vivir.
¿Un simple y pequeño tropiezo, y te cuelas y te adueñas de todo? Pues vale. No soy una máquina perfecta. Es un error muy común intentar mantener siempre el mismo nivel de ánimo, día tras día. En ocasiones no me percato de ello, y empiezo a quemar las naves para mantener dicho nivel, sea a costa de lo que sea; por tanto la caída posterior será más grande y dolorosa.
Pero siempre me levantaré y volveré a tender a mi perfección, a mi humilde proyecto del día a día.
¿Colocas un cristal gris allí donde intento ver luz? Pues vale. Sé que al final lo quitarás, y entonces la luz entrará con más fuerza que nunca en mí. Y aunque sé que volverás a ponerlo mucho más adelante, intentaré que los momentos de luz sean más intensos. Que esperarlos sea el principal motivo de mi resistencia a tus embates.
¿Desvías mis razonamientos hacia los rincones más hundidos? Pues vale. A veces ahí también se encuentra la luz. A veces es necesario bañarse en la oscuridad más tangible para rehacer los ojos y apreciar pequeños brillos allí donde no es posible distinguirlos por la refulgente luz que creo es mi motor diario.
Y subiré, y volverá a alumbrarme, pero ahora sin mirar fijamente y prestando más atención a los detalles.
¿Me bloqueas mental y casi físicamente? Pues vale. Si me quitas las fuerzas, no sirve de nada pelear. Adelante, cébate en mí, quítame la sangre, como decía al principio. No voy a intentar pelear porque estás tan metido en mí, tan infiltrado, que veo las ramificaciones de tu hediondo líquido por mi parcela, mi cuerpo y mi fantasía.
Pero también sé muy bien que te irás, y que cuando te vayas, te llevarás contigo todo eso, y me dejarás como nuevo, listo para que lo invada la luz, la alegría y las ganas de vivir y de compartir.
¿Te cebas en mis pasos en falso, en los dos pasos atrás que debo dar por cada tres que doy de buena gana? Aunque hayan transcurrido un mes o veinte años. Pues vale. Cada intento que hago de conocer gente, de entablar una simple conversación, ya es un paso valioso en sí. Si lo di por instinto, si me lancé al vacío sin distinguir el fondo ni sus límites, eso que me queda, el paso en sí, y no podrás quitármelo. Igualmente cada decisión que tomo, y que con el tiempo se revela el error y que tú intentas magnificar, es parte de mi condición de no-máquina. Aparte, incluso las máquinas también se equivocan, sólo que ellas siguen machaconamente a su ritmo pese a que se autodestruyan al estar con sus rígidas condiciones de funcionamiento alteradas.
No tienes ningún poder sobre mí, excepto quizás el ser parte indivisible de mi forma de ser.
miércoles, 2 de mayo de 2012
Juegos de guerra.
Llevaba tiempo con la idea de escribir algo sobre esto. Hace algunos meses me dí de alta en Team Fortress 2, un juego multijugador con múltiples opciones de equipamiento, habilidades, resistencias, debilidades, caracterizaciones, armas, defensas y demás. Para jugar ahí se debe poseer una cuenta en Steam, que habilité hace algunos años cuando adquirí un paquete cuyo atractivo principal por aquel entonces era “Half-Life 2”, un juego de ciencia-ficción ambientado en una cruel dictadura y personificando a un científico gafe que en la primera parte, “Half-life” (a secas) había supuestamente desencadenado los cimientos de dicha dictadura. Este juego me absorbió durante mucho tiempo, fascinado por la lucha a cuatro bandas: por un lado la resistencia, partisanos médicos, científicos y mecánicos, donde estaba el protagonista; por otro la alianza, soldados uniformados y bien equipados y robots duros y letales; por el tercero los zombies y los bichos viola-cabezas que provocan el cambio, y por el cuarto las hormigas león, insectos del tamaño de mastines que surgían de la arena, con sus tremendas “guardianas” al frente. Lo jugué y lo volví a jugar hasta que sus limitaciones me constriñeron, se hicieron demasiado repetitivas, previsibles y evidentes.
Cuando adquirí el paquete, en él se incluía Team Fortress 2, y lo activé y lo probé, no quedando nada convencido del resultado, comparado con otros juegos de que disponía entonces. Lo dejé aparcado, hasta que hace poco lo retomé y me impliqué a fondo: me hice hasta donde pude con las habilidades y limitaciones de cada personaje (nueve en total), favoreciendo a unos y sintiéndome incómodo con otros.
Como es multijugador, nunca acaba, no como los mencionados en el primer párrafo (Half-life 1 y 2, Doom 3, Quake 4, Wolfenstein, y todos sus “mods” o derivados), con principio y final, niveles cada vez más difíciles conforme se avanza, armas nuevas, enemigos más duros.., pero cuando se llega al final, se acaba. Ya no hay más. En cambio, en multijugador nunca se acaba. Se está en el mismo nivel, o se avanza todos juntos, o en dos equipos, o todos contra todos, etc., pero cuando se completa un nivel, se repite desde el principio o se toma otro mapa.
Hasta aquí normal. Si se puede llamar normal esta afición que da mucho de sí pero no es productiva ni socialmente valorada.
Pero un servidor, en su… fantasía, sensibilidad, empatía… no sé muy bien cómo llamarlo, se quedaba cada vez más y más impresionado con cada juego que estrenaba, con cada nivel que alcanzaba, con cada mapa que se abría ante él… Entre las cuatro insípidas paredes que es su vida actual, eso significaba lo que para muchas otras personas un viaje a un lugar exótico, un descubrimiento alucinante, una persona recién conocida que le remueve algo especial, un trabajo o proyecto nuevos, una ilusión planteada… Y no podía sustraerse al encanto de explorar todos y cada uno de los rincones que presenta un mapa, por oscuro y complicado que sea, con sus secretos, sus sustos, sus dilemas o acertijos, y quedarse literalmente fascinado ante la visión de algo nuevo, hasta que se hacía con él y seguía forzosamente adelante… En “Doom 3” por ej., probar todas las combinaciones posibles para abrir un armario o sala especial; en “Half-life” dejarse llevar por el vértigo al entrar en una dimensión alienígena con reglas de la gravedad distintas y con paisajes extraños, casi oníricos; en “Half-life 2” sentir el apoyo de compañeros, que aunque sean cachos de programas puros y duros, le ayudan o mueren a su alrededor, se siente con la responsabilidad de llevarlos a salvo; en “Team Fortress 2” ser parte de un equipo, con compañeros mucho más hábiles que el, pero que con su modesto apoyo (como médico por ejemplo), se puede ganar y saborear la victoria en grupo sin ningún tipo de complejos, siendo caballeroso con los vencidos y no matarlos ni dañarlos entre el fin de la partida y el comienzo de la siguiente, o bien si se es vencido, esperar que los vencedores no le hagan daño ni se regodeen mucho en ese mismo periodo…
Todo esto viene a cuento de lo que significó para mí la reciente descarga de un nuevo juego, “Call of Duty Modern Warfare” (más bien una demo caducable… el juego original cuesta un riñón, y eso que es un versión multijugador de “Call of Duty”, otro juego que ocupa lo suyo, tiene mucha solera detrás y es más caro aún). Follajes, ruinas, armas, movimientos, equipos, realismo… la madre que los parió, qué agobio. Se cumple la premisa de no ver al enemigo que me domina y me mata. Así como en los juegos anteriores se ve al enemigo, o se distingue, o incluso se presiente, aquí no. Pero esto es parte del juego, y como tal se asume.
Lo que ya no veo tan bien es la banalización de la guerra. Jovencitos con sobrepeso, pálidos, ojerosos, solitarios y malhumorados que juegan a ser auténticos soldados entrenados que sudan, matan y mueren en batallas. Que no sufren en absoluto el miedo, el frío o el calor, el dolor de las heridas o mutilaciones, el cansancio, el esfuerzo, el hambre, la sed, la falta de sueño, la presión, las pérdidas de compañeros, la mala organización del mando, suministro o fallo de las armas, su peso, limitaciones y mantenimiento; el abuso de poder, ineptitud y corrupción de oficiales y suboficiales, y tantos y tantos otros traumas que se dejan de lado.
Qué cosas, pensé. Juegos de guerra así tienen éxito tremendo, y juegos eróticos o sexuales son censurados y no tienen ni la décima parte del éxito y el desarrollo que tienen los anteriores.
Si a todos esos jugadores los llevaran a un campo de batalla real, ¿en qué pensarían? ¿se lanzarían al combate con toda alegría como en el juego, o se mearían encima y llamarían a su mamá?
Estaría bien que las futuras guerras se libraran ahí, en el campo virtual. Nada de sangre, ni combate cuerpo a cuerpo, ni sufrimiento, ni muertes… Sólo bits contra bits.
lunes, 2 de abril de 2012
Un ahora y un después.
El niño cogió un puñado de arena, y se quedó asombrado notando cómo se escurría de su manita pese a pretar con todas sus fuerzas, intentando retenerla.
La madre, a poca distancia, percibía su asombro, lo que le proporcionó más placer y relajación que estando tumbada al sol. Casi tanto placer como ver al padre, su marido, montando un castillo de arena al lado del niño.
Era la primera vez que el niño iba a la playa con sus padres. Y aunque ya conocía la arena, nunca había sentido ese tipo de arena. Seca y húmeda a la vez, caliente por arriba, pero cuando metía sus dedos, la percibía fresca. Además de resbaladiza y deliciosamente manejable. Su padre se lo demostraba, montando una pequeña torre y dándole forma. El niño avanzaba su manita y la deshacía, y el padre volvía a darle forma, con una sonrisa que al niño le pareció que brillaba más que el sol.
Estaban los tres tan embebidos, que no notaron que la gente de alrededor se fijaba discretamente en ellos. Pese a haber otros muchos niños jugando, padres con ellos, ancianos bajo sombrillas, alguna que otra embarazada, jóvenes atractivos exhibiéndose e intentando seducirse, el cuadro de aquella simple familia irradiaba una paz y una tranquilidad que, sin quererlo, iba copando la atención.
Ambos padres jóvenes, atractivos, y el niño, regordete, sanote, con carrillos sonrosados, recién aprendía a andar. Cuando se ponía a ello en la arena, su torpeza y novedad en ese medio provocaba unos balanceos que cualquiera iría de buena gana a ayudarle, pero eso era potestad de los padres. Privilegio que algunos suspiraban por disfrutar de aquellos instantes tan especiales…
sábado, 24 de septiembre de 2011
Mohosos estereotipos al cuerno.
El otro día, navegando por Youtube, dí con un video-clip musical que, en sus primeros segundos, no me supuso nada especial: hardcore con unas pizcas de speed metal. No conozco de nada al grupo, Nightwish. Lo seleccioné por casualidad de entre unos cuantos que aparecían como “relacionados” tras escuchar a Marilyn Manson.
Al principio, indiferencia. Con un poco de sorpresa: ¿un grupo de todo chicas? ¿voz, batería, guitarra, bajo y teclista (¡teclista!) femeninos…? “Bueno, no es lo normal, pero vale, voy a escucharlas”. Luego la sorpresa aumentó: ¿chicas muy guapas y delgadas, más dignas de un desfile de moda que de tocar en un grupo así…? Vestidas con andrajos, sí, pero también con zapatos de tacón. Barbies contestatarias, pero frágiles y escuálidas. Incapaces de desarrollar la energía que exige este tipo de música: fuerza y rapidez trepidantes en los instrumentos, coros rasgados, sostenidos e hiperpotentes, bailes corporales con enérgico y mareante headbanging… es decir, “sólo para hombres”. Estuve a punto de darle a “siguiente”, pero sentía curiosidad. En contra de la tendencia general actual de voces de cazalla que salen de los estómagos en vez de los pulmones, esta voz femenina sonaba a diáfana en mis estereotipos musicales.
Hasta que llega el momento de la verdad: los coros. (“¿?¿? ¿ésa no era una chica…?”) Y entonces se revela el montaje… y me quedo enganchado, tanto por la potencia y ritmo de la música como por el gran arte de la cantante andando de aquí para allá luciendo con toda naturalidad su palmito entre tanta agresividad visceral… Ojalá todas las chicas bailaran como ella en los conciertos de heavy metal. Para los varones, el espacio, la bestialidad, el griterío hasta enronquecer, sacudirnos las cabezas melenudas, el chocarnos unos contra otros, incluso pelearnos; para las mujeres… lo que hace la cantante de este grupo.
Todo un torpedo a línea de flotación de mis descuidados estereotipos, tanto musicales como sexuales.
Ah, y que conste que sigo pensando que en este tipo de música los teclados no deberían ni existir, pero bueno… me he quedado anclado en el pasado, y creo que voy a abrirme a nuevos conceptos modernos.