Dícese de la ciencia que pone nombre a tendencias, ideas, procesos, corrientes, orígenes, destinos, fines, usos, reacciones, tolerancias… e incluso radicalismos y fanatismos varios.
Poner nombre no es baladí. Según se designe una u otra palabra a algo, ésta puede cuajar y prosperar, o si suena mal, fracasar y verse relegado al olvido o al uso especializado entre profesionales del ramo. Entiéndase como “cuajar y prosperar” el sumarse al uso cotidiano de una comunidad más o menos numerosa, y que puede usarse como ladrillo para construir más concéptica futura.
No es ciencia nueva. Y tampoco está ceñida a la Filosofía, o al Diseño, o al Descubrimiento, o a la Normativa reguladora (estandarización), o a cualquier campo con mayúscula en el que la Humanidad expresa y lleva a cabo todas las ideas que surjan en cualquier ámbito, tiempo o lugar (nótese que, a lo largo de este blog, la mayúscula no se la aplico a cualquier palabra).
Cualquiera puede usar la Concéptica en cualquier momento. Simplemente con que se le ocurra un proceso nuevo que acorta o ataja conceptos antiguos que los transforma en obsoletos, ya usa esta ciencia, ya usa la Concéptica.
Concéptica también es asignar símbolos impronunciables pero certeros al primer golpe de vista a situaciones e ideas que precisan de lecturas rápidas para actuar en consecuencia de inmediato, casi por reflejo.
Aunque esta última parte disiento un poco, porque dichos símbolos son difíciles de usar en sumas futuras para crear nueva concéptica… y por tanto tienden a estancarse y permanecer inamovibles en el imaginario y comunicación humana.
Como toda ciencia humana, también es proclive al mal uso, manipulación o tergiversación. Y como toda ciencia humana, dicho mal uso, manipulación o tergiversación produce mucho daño, dolor, destrucción e injusticia en dimensiones realmente escalofriantes.
¿Qué fue si no designar “izquierda” a unos valores sociales y “derecha” a otros? Concéptica. ¿Y qué fue radicalizar dichos valores en uno u otro sentido, oponiéndolos en numerosas ocasiones, “extrema izquierda, extrema derecha”? Concéptica. ¿Y también oponerlos contra sus vertientes “moderadas”? Concéptica.
¿Y asignar la cruz gamada al nazismo en la cultura occidental o la hoz y el martillo al comunismo? Concéptica. ¿Diferentes cruces de diferentes colores y formas a lo largo de la Historia? Concéptica. ¿Medias lunas, estrellas de David, estrellas de cinco puntas y otros símbolos que no tienen sonidos asociados pero se exhiben con propósitos llamativos? Concéptica. ¿Señales de tráfico vial, avisos de peligro y símbolos de publicidad e identidad corporativa empresarial? Concéptica. ¿Escudos, linajes, banderas, herencias culturales, pertenencia a diferentes etnias, tribus, valores, incluso modales y costumbres que determinan diferencias más o menos relevantes entre grupos vecinos? Concéptica.
¿Qué fue designar como “Teoría” a la Evolución o a la Relatividad? Concéptica. ¿Y la reacción a la primera, el creacionismo? Más concéptica.
¿”Políticamente correcto o incorrecto”? Concéptica. ¿Insultar, degradar, vejar, comparar, crear metáforas? Concéptica. ¿Convertir siglas en palabras y usarlas como sustantivos, incluso moldearlas como verbos? Concéptica. ¿Una conversación entre científicos eminentes, entre informáticos en perfecta sintonía, entre artistas formados y veteranos, entre médicos sobre cuestiones urgentes de salud…? Concéptica.
¿Esta misma entrada, en donde reflexiono y propongo como “Concéptica” a la concéptica? Más concéptica… siempre y cuando el concepto cuaje y se use entre la gente de forma espontánea, sin llevarme ningún mérito por ello.
Ya que otra de las reglas no escritas de la Concéptica es el anonimato de sus orígenes, citando éstos como anécdotas sin apenas importancia, si se llega el caso.