A continuación incluyo un comentario mío escrito recientemente en el blog "El periscopio", de doña Rosa Mª Artal, donde su entrada citada, "La terapia de shock", ha despertado un especial eco en mí, y me ha inspirado lo suficiente como para responderle en un tono de desesperación y queja... casi renuncia personal a mi sitio en la sociedad y lugar que me correspondería, por lo podrida y descompuesta que está aquélla.
El asunto que trata ahí no deja de ser vital por repetitivo. Pero lo que sí es cierto es que cada vez me cuesta más participar. Tengo que reunir fuerzas y motivos para exponer mi punto de vista, más o menos el mismo, pero de forma distinta, enfocándolo desde diferentes sitios, expresándolo a través de metáforas varias... Acaba convirtiéndose en un tópico, y se va cuarteando en mí. Pues lo que sí he notado es que antes me aprestaba a proponer soluciones, o al menos, mi disposición a ponerme bajo la batuta de alguien especialmente capacitado para poner orden, pero ahora ni eso. He de reconocer que dicha disposición era un tanto ingenua: ¿cómo sabré quién está capacitado? ¿cómo estaré seguro de que una persona es honesta, inteligente y sabia, para unirme a su proyecto desde la base, de forma anónima, sin ninguna otra pretensión por mi parte...?
En esta ocasión, doña Rosa ha usado la metáfora de una terapia a base de repetidas torturas eléctricas que aplicaban hace décadas, al cabo de los cuales la víctima, si sobrevivía, acababa apagada, temerosa, sin ganas y sin fuerzas para vivir.
Arturo Espada Dice:
19 Julio 2010 en 16:05
Shock produce, en efecto, comprobar cómo todo se reduce al negocio puro y duro. Shock produce constatar que no hay nadie con ética personal y formación suficiente como para ponerle coto a esto. Pues los que valen son captados enseguida por los que manejan los negocios, convirtiéndose en sus herederos, los que perpetúan el “sistema”. Y los que no valen, o se resignan a un nivel de vida muy inferior o se valen de sus contactos, se “enchufan” o se meten a políticos, dejando así vía libre por ineptitud, falta de previsión y voluntad de coordinación de respuesta a los primeros, que sí disponen de medios para llevar sus fines a buen puerto.
Shock produce también cómo marean la perdiz con números, leyes e intenciones aviesas a la gente común, que tira para aquí o para allá creyendo ir cada uno en la dirección acertada, cuando en realidad chocamos unos contra otros dentro de un terreno de límites implacables e impalpables. Shock inquietante y perturbador sentimos quienes vemos cómo poco a poco nos empujan al precipicio del desastre social, y los que intentamos evitarlo no podemos, empujados por las masas. Shock también produce el ver que, a pesar de todo lo anterior, no disponemos de medios eficaces para evitarlo, de corte moderado. Shock produce también ver los medios que usarán en el futuro como se radicalice todo esto…
Y lo peor de toda esta teoría del shock es que luego no hay ningún remedio para paliar los daños de los que han sido sometidos a uno o varios shocks.
No hace falta leer libros ni referirse a experiencias ajenas: ¿quién no ha sufrido la angustia repentina y paralizante al serle comunicado su inminente cese laboral? ¿quién no ha sentido una tenaza al cuello al ver que le suben la hipoteca por causas completamente ajenas a su voluntad y de muy difícil comprensión? ¿quién no se ha quedado en blanco y sin capacidad de reacción al comprobar que, pese a los esfuerzos, la previsión, el buen hacer y el control que pudiera ejercer, su negocio se ha ido a pique, perdiendo con ello unos importantes ahorros…?
Todo esto son parte de la terapia de shock, que dejan “tocados” a los afectados: sin esperanza, apáticos, caídos, machacados, cada vez con menor capacidad de reacción… Intentando cumplir con las normas sociales, pero sin ganas y de forma cansina…
Espero que la crisis acabe pronto...
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