viernes, 3 de diciembre de 2010

La bella y la bestia como debería ser.



-¿Sabes el mito de "la bella y la bestia"? Pues eso es lo que vas a sufrir tú, amigo. Sólo que sin final feliz.

-... no...

-Y con carnicería, mucha carnicería de por medio.

-... no...

-Te aconsejo que no te resistas, que será peor. Aldia no cambiará de idea, más bien al contrario, se suele ensañar con los que se resisten. Todo dependerá de los recursos que use para aplicar la sentencia en tí, ya que cuando vuelva a ella, revisará con qué vuelvo, y si comprueba que he llegado a apurar por completo el frasco de esencia violeta, montará en cólera y se ensañará contigo, ¿sabes...?

-... no...

-Vamos, no te resistas, maldita sea. No me hagas volcar todo el frasco en tí, por favor... Nunca olvidaré el miedo y el asco que sentí con el último que se resistió tozudamente a esto, hace ya dos siglos... Cuando desaparecí de su lado, no me sentí nada bien, dejándolo a su suerte...

-... no...





-Maldita sea, lo estoy haciendo por tí. Escucha... ¡escúchame! Te he mencionado "la bella y la bestia", pero sin final feliz, ¿verdad...? ¡Pues imagínatelo...! Imagínate ser tan horrendo, deforme, peludo, jorobado y repulsivo que todos, absolutamente todos, querrán darte caza como a una bestia irracional... Te perseguirán, te acorralarán, te torturarán, y agonizarás y morirás entre grandes dolores...

-... no...

-En fin, allá tú. Te he mencionado el mito, porque viene de un aristócrata que vivió hace setecientos años en los bosques negros, en el centro de Europa; pero su castigo fue leve, pues le bastó que una mujer se enamorara de él de palabra para levantárselo....



...Pero tú, por tu torpeza, tozudez y la gravedad de la sentencia, sufrirás el baño de esta esencia que ahora vuelco sobre tí hasta que una mujer acceda a tener sexo contigo... en tu otro estado.

-... no...

-Sí, en tu otro estado. Repugnarás a todas, y quizás, sólo quizás, dentro de muchos años, cuando ya te hayas amoldado a tus condiciones y las controles por completo, algún día, mejor dicho, alguna noche, salvarás a una mujer de un grave aprieto y te lo quiera agradecer de esta manera, y así te librarás de la aldiacén, la maldición de Aldia.

-... no...

-Ya es tarde. Ya ha caído la última gota sobre tí. Ahora me iré, y despertarás de este sueño tan raro, el primero de una larga e interminable cadena de pesadillas nocturnas, en las que correrás, saltarás, olfatearás, cazarás y matarás indiscriminadamente. La diferencia con los sueños es que tú dejarás tras de ti un rastro sangriento, hasta que te hagas a la idea de qué es lo que te pasa, y una vez convencido de que realmente es así, dediques esta tozudez de que haces gala ahora mismo a controlar tu ego nocturno.

-... no...

-Y no recordarás esta conversación, porque si fueras menos cabezón, las cosas habrían sido un poquito más fáciles para ti... Y ahora, adiós. He cumplido con mi cometido. He de volver a la corte de Aldia y mostrarle este frasco que he vaciado por completo sobre ti. Conociéndola, primero se le iluminarán los ojos, se le inflarán los cabellos, rechinará los dientes de rabia y de un plumazo desaparecerá del salón para aparecer ante ti en forma de bellísima mujer eternamente inalcanzable. Te provocará durante muchas noches, y tú correrás tras ella, pero ella permanecerá siempre fuera del alcance de tus zarpas, riéndose y mostrándote lo que te estará vedado durante el resto de tu larga y azarosa vida...
 
 
 
 

2 comentarios:

  1. Qué gracia de sintonía.
    Fíjate que hoy he hablado de esta bestia en el Olimpo:
    http://www.susanamoo.com/2010/12/el-lobo-feroz-en-el-olimpo/

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  2. Muchas gracias, Susana. A mí también me ha hecho gracia, pero por otro motivo: ¿"bestias en el Olimpo"? Ahí lo que sobran son bestias, tanto divinas como no divinas....

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