Vale. Me he dado cuenta de que no me he presentado. Podéis llamarme Onporu. Aroneys me renombró así al poco de caer en sus zarpas. No sé qué significa en su idioma, pero seguro que no es nada bueno. Por el contexto, creo que significa "sin miedo", o algo parecido. Cuando alguna de las lugartenientes pregunta por mí, cuando se fijan, ahí agazapado detrás de su sillón, les brillan los ojos unos instantes, como deseando ponerme a prueba. Después siguen con lo suyo. No obstante, alguna manifiesta interés, o se encapricha.
Cuando esto sucedía, las primeras veces, me sentía en el filo de la navaja. Porque entonces, dependiendo del humor de Aroneys, podía prestarme a la interesada, y no sabía qué suerte me depararía. La primera vez casi me desmayé, por mi mala condición física y por los tirones que la depositaria daba a mi collar. Tuve la fortuna de que Aroneys presenciara el trato que me dispensaba, así que amenazó a la nepclusidia con medidas contundentes si perecía o me devolvía incapacitado. Cambiando su actitud, mi ama provisional me llevó a sus aposentos, yo cumplí con lo que me pidió, que no fue mucho, y al final me devolvió por puro aburrimiento, acostumbrada al trato directo con sus esclavos.
Yhadama der Ava. |
Yhadama der Ava es aún más cruel que Aroneys. Aplica conocimientos más refinados e imprevisibles, y le gusta la tortura por fuego, algo que mi ama no disfruta...
Y ahora que caigo... sí, creo que estoy en lo cierto en cuanto a una teoría que acaba de ocurrírseme. Vi por primera vez a Yhadama der Ava mucho tiempo después de que los subterráneos invadieran la superficie. Lo cual puede indicar que Yhadama provenga en realidad de la superficie, conocida de Aroneys durante el lapso que estuviera ésta última allá arriba, infiltrada.
Esta idea va tomando más forma a medida que voy recordando más detalles. Como el que en las últimas reuniones de gobierno, hay ya más mujeres de arriba que nepclusidias puras. No sería de extrañar, ya que con lo limitadas que son, sirven más como abundante y eficaz carne de cañón en los enfrentamientos contra otras tribus subterráneas por los dominios de la superficie. Además, por lo poco que he podido averiguar, las niñas nepclusidias puras suelen crecer muy rápido, pero no he podido verificar esto con mis propios ojos. Aún no sé quiénes son los padres. Quizá sean de otras tribus de subterráneos, allende sus fronteras, que, en determinadas fechas, se reúnen y hacen lo que hacen para tener descendencia. No tengo miedo, como demostré con toda rotundidad pública frente a Eroomnala, pero tampoco tengo estómago para imaginarme siquiera cómo serán esas reuniones.
Yhadama der Ava, Ainodis, Ilidret, y otras siete u ocho que suelo vislumbrar entre los visillos de mi rincón hacia la sala de gobierno, todas del mundo de la superficie, venidas estos últimos años. Ninguna de ellas habla mi idioma, ni manifiestan el más mínimo interés cuando estoy presente tras las piernas o tras el trono de Aroneys.
Si esto sigue así, en la tendencia de sustituir en los puestos de mando a las nepclusidias por mujeres de la superficie, más pronto o más tarde habrá una purga violenta de un bando hacia el otro. Imagino que ganarán las primeras, por simple fuerza de número. Pero bastaría con que las de la superficie implantaran poco a poco medidas que mejorarían su vida, organizarían con eficacia la colonización de la superficie, impartirían recursos para acomodar a las invasoras y demostrarles su valía como gestoras, para que una parte de las nepclusidias les permanecieran fieles y combatirían a aquellas fanáticas sin apenas cerebro que defenderían sus cuotas de poder subterráneo.
Pero estoy divagando. Esto no me corresponde a mí, y ellas, todas ellas, sabrán lo que les conviene, si tomar las armas y combatir de forma abierta, o bien negociar basándose en los méritos acumulados, o bien eliminar a figuras clave del otro bando muy discretamente. Todo esto cae muy fuera de mi conocimiento.
Lo que sí veo cada día es que Aroneys nov Sytx va desarrollándose poco a poco, como una negra mariposa que sale de la crisálida, pero muy lentamente. Sí, sus amantes siguen siendo legión, deshaciéndose de ellos conforme dejan de satisfacerla, implacable. Pero últimamente ya no trae tantos, se conforma conmigo. La noto distraída y enfrascada en otras cosas. Antes era el salvajismo personificado, ahora solo se deja llevar por la furia desatada unas cuantas veces, siendo sus reposos cada vez más largos.
Ya no va tanto al circo de Eroomnala, y cuando va, su interés por la lucha y exterminio de los condenados apenas se sostiene. Para mantener el sitio ocupado, delega en Yhadama o en Ainodis.
Pero he oído que pronto esto va a cambiar. A medio plazo van a salir todas al mundo de la superficie. dejando delegaciones simbólicas en las ciudades subterráneas. He captado alguna mención a edificios construidos según los gustos de la clase dirigente nepclusidia.
Mi ama me llama, continuaré más tarde.
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