He roto una regla básica en mi trato con el otro sexo... Mejor dicho, la voy a romper en breve. Pero ya he dado el primer paso.
Dicha regla sólo la quebranté una vez. Y no me sentí nada bien por entonces, reafirmándome en ella y manteniéndola contra viento y marea.
No obstante, el camino que recorro ahora es muy distinto. Aquella vez se improvisó, fue cuestión de pocas horas. Al levantarme aquel día nunca supuse cómo terminaría acostándome. Se presentó la oportunidad, y la acepté como quien se toma un café con un amigo, con la pretendida normalidad que se supone. Me dejé llevar. No me arrepentí, pero tampoco fui feliz por ello.
Ahora, la necesidad es tal, que las implicaciones que tendrá en mí quiero creer que las tendré siempre bajo control.
Me ha llevado mucho tiempo, muchas reflexiones, en frío y en caliente, sopesando pros y contras, en valles, en cimas y en llanuras, y al final he tomado la decisión.
Por supuesto, nadie, absolutamente nadie de mi entorno, ni siquiera los más allegados a mí, saben nada de esto.
Pero sí necesitaba hablar con alguien, descargar esta opresión. Nada más cristalizar el paso previo, sentí fuertes impulsos de hablar con el primero que tenía a mi lado, un compañero de trabajo, buscar su complicidad, pero logré contenerme el tiempo necesario. En cuanto pude, llamé a una amiga íntima, quien me escuchó atentamente, me animó, me apoyó y metió las manos en las nieblas espesas que cubrían mi razón, apartándolas y haciendo que entrara un poco de luz y calor... (¡si lees esto, querida amiga, gracias!).
Una de las consecuencias más divertidas de este estado son las elucubraciones que se desarrollan en mi fantasía. Hacía tiempo que no sentía tal energía por florecer espontáneamente, por inspirarme los caminos futuros más descabellados que se me pudieran ocurrir, y disfrutarlos en su breve recorrido hacia la nada, imaginándome sorpresas, reacciones, detalles, intenciones, charlas, trivialidades... Y esto es bueno.
Otra consecuencia, no tan divertida, es el tener el coco siempre de vuelta al mismo sitio, sin poder moverlo de ahí, anclado elásticamente al estómago, presuponiendo estados que me afectarán más de lo que siempre desearé. Y esto no es bueno. Pues estaré con los escudos siempre por delante, y temo no ser capaz de abrirme y disfrutar con plenitud cuando llegue el momento.
A estas alturas, ya me imagino que sabréis de qué estoy hablando, ¿verdad...? Pero no voy a confirmarlo. Y dependiendo de cómo vaya la cosa, puede que vuelva aquí y cuente cómo me ha ido, o puede que toda esta muralla tan gruesa se haya disuelto en la nada.
No obstante, una de las rocas a tragar de que consta dicha muralla es el dar este paso de forma más o menos cotidiana. Dependiendo de cómo resulte y de lo que obtenga, la intención de volver a darlo en el futuro me puede reportar más beneficios que perjuicios...
No es un secreto a estas alturas que he acudido a profesionales de la psique para intentar mejorar mi carácter, obtener y cultivar hábitos sanos que me cundan, afrontar diversos reveses de la vida, asumir mis limitaciones... pero lo que sí he echado en falta en todas esas consultas es... un poco de ternura. Todo muy frío, diseño muy estudiado (mesas grandes de despacho, luces blancas, poltronas enormes contra escuetas sillas con sólo reposabrazos, decoración diáfana y de grandes huecos, estanterías colmadas de libracos del ramo, diplomas expuestos a tutiplén...) para que, cuando el paciente se derrumba, se levante por sí mismo, en silencio, con la consabida caja de pañuelos de papel a mano como único detalle por parte del profesional.
Esta vez no. Confiaré en la calidad humana, y requeriré una respuesta más acorde con mis necesidades...
Hacer de tripas corazón o apartar las nieblas que te envuelven, es algo que sólo tú puedes hacer por ti mismo. Siempre habrá quien te tienda una mano, o te ilumine de alguna manera para hacerte más llevadero ese paso, como esa amiga a la que mencionas.
ResponderEliminarPero tú y sólo tú podrás hacerlo, créeme.
Cuando alguien va hacer algo de lo que no está seguro de si saldrá todo bien o al menos según lo mínimamente previsto, creo que lo mejor es hacerlo con la mente abierta y sin tener nada premeditado ni ninguna perspectiva.
Vas, lo haces y luego puedes valorarlo.
Y con la valoración que hagas, sopesar si fue positivo, negativo, si habría que repetirlo o modificarlo.
Te deseo muchos ánimos y que eso que emprenderás o harás te resulte positivo.
Un beso.
Suerte.
ResponderEliminarEso, ánimo y suerte.
ResponderEliminarNo se muy bien ni siquiera imagino, como poder ser yo qien de un poco de luz a tu vida,si con un beso pudera yo calmar un poquito de tu desasosiego..........cada noche con un espiritu de una mariposa, te haria llegar uno lleno de paz, de ternura, de fragancias.....y porque no.....de sexo cada vez que lo necesitaras. maria
ResponderEliminarBelkis, ir con la mente abierta y dejarme llevar es lo que debería hacer, pero... tengo ya una idea de lo que quiero, que no es nada del otro mundo: abrazos y besos, e incluso llorar sin cortarme... el sexo es secundario.
ResponderEliminarLo verdaderamente triste es tener que recurrir a esto con una sensación de no tener otra salida, o de que están tan ocultas y recónditas que me desanimo al intentar buscarlas...
En fin, gracias por tus ánimos.
Un beso.
Chatarrera, gracias por tu seguimiento y tu participación.
ResponderEliminarUn beso.
Susana, gracias por tu apoyo.
ResponderEliminarUn beso.
Maria, en mi respuesta a Belkis tienes lo que te pediré. Otra cosa es cómo se desarrollará el encuentro...
ResponderEliminarEstoy con los nervios a flor de piel por lo inminente... espero sepas cómo calmarlos...
Hola
ResponderEliminarMe has intrigado con tu historia, no se nada sobre tí pero no me puedo resistir a comentar, el escrito es tan abierto que media entrada la leí y la otra media la inventé... espero que encuentres lo que buscas
Un beso
Hola, Ana.
ResponderEliminarGracias por escribir. Pero... no entiendo lo de "media entrada la leí y la otra media la inventé". Con lo último creo te referirás al encuentro en sí...
En cualquier caso, satisfaceré tu curiosidad en algunos días. Necesito tiempo para dejar que repose el polvo y ver bien lo que ha quedado. Te aseguro que se saldrá fuera de lo habitual... por lo menos de lo que para mí es habitual.
Y sí, he encontrado lo que buscaba... pero no lo que necesitaba.
Un beso.
Vaya,
ResponderEliminarpalabras con un cierto regustito amargo, lo siento,
me quedaré por aquí, si tienes a bien
un abrazo
Y sí, he encontrado lo que buscaba... pero no lo que necesitaba.
ResponderEliminarcielo, esta frase me rompe el alma............tal vez sea tan ignorante que no la comprenda........
tu salamandra
Ana, nada me hace más feliz que una lectora participe en mi blog, respetando mi punto de vista y exponiendo el suyo como lo has hecho tú, con delicadeza, apoyo e interés sano.
ResponderEliminarUn beso.
Maria, lo que buscaba era lo que me diste. Sin más. Colmaste mis deseos más que de sobra. Superaste mis expectativas.
ResponderEliminarPero lo que necesitaba, lo que necesito, es una compañera habitual, diaria, con proyectos en común: un paseo, un refresco en una terraza, una película en el cine, ir de compras, salir con amigos, ir de viaje... y todo ello acorde con mis posibilidades, sin que me arruine.
Todo esto a corto plazo, claro. Si la cosa dura, ya concebiría planes a largo plazo con ella...
Un beso.
Ah, y para mí es más una salamanquesa que una salamandra, ji ji ji...