Rebuscando por ahí, encontré un texto mío que, a raíz de esta entrada en mi antiguo blog, he creído conveniente rescatar para dar mayor énfasis a mi opinión sobre una de las peores lacras sociales de todos los tiempos.
Dicho texto lo escribí para la presentación de un blog mexicano que, como tantísimos proyectos en la red y en otros ámbitos, se ha quedado en nada. Tristemente, pues lo que se denuncia ahí es muy grave. Y además en un país como México, donde esto adquiere dimensiones de escándalo, pero al ser pasto del tópico del "tercer mundo", no tiene apenas eco en la sociedad.
Me lo tomé como un reto e invertí energía y tiempo en él, y además el tema en sí es suficiente motivo como para destacarlo aquí, sin importarme en absoluto contravenir la regla no escrita del bloguero de "no repetir textos antiguos".
Arturo Espada dijo...
Aquí está mi humilde aportación, que espero sirva de algo.
La prostitución se basa en el deseo sexual satisfecho a cambio de dinero, favores, ayudas en especie o saldar deudas contraídas por personas allegadas (padres, hermanos, esposos o hijos).
Para empezar, esto es una contradicción: no puede haber deseo sexual expresado libremente si existe una relación mercantil de por medio. Aunque la persona que ofrezca los servicios sexuales lo haga de buena gana.
El deseo sexual es expresión de una atracción mutua, de aprecio, cariño, pasión y goce mutuo por el cuerpo del otro. Así que, si no hay pasión, o un sentimiento igual de hondo, sincero y conmovedor, no hay deseo sexual. Si no hay dicho sentimiento previo, el sexo ya no se ejerce libremente.
Y esto no sólo va por las prostitutas de bajo nivel, sino también por las de alto nivel, con sus tarifas desorbitadas, por lo que su clientela suelen ser millonarios con una percepción de la sociedad humana un tanto pervertida: todo el mundo tiene un precio, yo lo puedo pagar, luego todo lo que yo deseo lo tendré a mi disposición sin importar sus sentimientos. Como comprar carne al peso, de usar y tirar. Las prostitutas que satisfacen ese mercado tan "selecto" tampoco están libres de culpa, pese a arrogarse un papel pasivo en estos tratos, escudándose en que "satisfacen una demanda", regla básica en todo negocio. Cierran los ojos a la realidad que soporta su nivel de vida, puesto que sus "clientes" suelen ser ladrones, criminales y especuladores en todas sus variantes y sinónimos: trata de armas, de personas, de drogas, sobornos, corrupción de cargos sociales, abuso de poderes, mercantileo al más alto nivel, que perjudican a miles de personas en la región de al lado o en las antípodas, destruyendo sus estructuras sociales y arruinando sus modos de vida, culturas y recursos.
Pero todo esto es prostitución "consentida", una mera rémora de lo que es el "grueso" del negocio: la injusta, dolorosa, humillante, letal y destructiva prostitución forzada, la que promueve el tráfico y explotación de millones de personas en todo el mundo, proporcionando desorbitadas ganancias a sus dirigentes.
La prostitución forzada la considero una de las más denigrantes formas de esclavitud.
Para empezar, la clientela, aparentemente libre: ¿cuántos proxenetas pervierten a niños, haciendo que prostitutas cómplices se acuesten gratuitamente con ellos, o drogándolos, o coaccionándolos, convirtiéndolos en futuros clientes? Esos niños, a su vez, "arrastran" a los de su alrededor, sus pandillas y bandas, que caen víctimas del vicio; esto, unido a que muchos de esos niños no tienen educación ni recursos ni alternativas válidos contra dicho camino, hace que los bajos fondos de muchas comunidades humanas (grandes urbes, pueblos, aldeas, regiones, etc.) se vean plagados de futuros "clientes" con una "mentalidad" adecuada y preparada para el negocio, haciendo que éste vaya viento en popa aunque la miseria sea algo común entre ellos.
Una vez constituida la "demanda", hay que encontrar la materia prima que ofrecer, la "oferta"; mucho más dolorosa e injusta si cabe, las personas que se ven obligadas a prostituirse contra su voluntad. Raptos, chantajes, engaños, inmigración, prisioneras de guerra... Todo vale con tal de cubrir dicha "demanda".
El remedio más eficaz contra esto es a largo plazo, es la educación: intervenir contra los que pervierten a los niños, dotar a éstos de criterios que les hagan decidir sobre su propia vida. Imbuirles desde ya el "no hagas a los demás lo que no te gusta que te hagan a tí". Ofrecerles alternativas de ocio sanas y válidas, ambientes adecuados, etc.
23 de abril de 2009 03:36
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